jueves, 28 de noviembre de 2013

El santo misterio de la confesión...



El que desea comulgar, debe en vísperas, antes o después de la vigilia nocturna, confesar sinceramente sus pecados al sacerdote, con el corazón abierto y sin esconder ningún pecado. Antes de la confesión se debe sin falta hacer las paces con sus ofensores y con aquellos a quienes ha ofendido uno mismo, pidiéndoles a todos el perdón. En la confesión es mejor no esperar las preguntas del sacerdote sino exponerle todo lo que se acumuló en el alma, sin justificarse ni culpar a otros. En ningún caso debe culpar a nadie, ni mencionar los pecados ajenos.

Si no resulta confesarse en la tarde, hay que hacerlo antes de liturgia, en el caso extremo antes del Himno de los Querubines. Sin la confesión nadie, salvo niños de hasta 7 años, puede ser admitido a la Santa Comunión. Hay una buena tradición: después de la confesión y hasta la Santa Comunión, no comer, no beber, no fumar. Claro, esto se prohibe después de la medianoche. A la Santa Comunión se debe llegar completamente en ayunas. La abstención de la comida y bebida antes de la Santa Comunión debe comunicarse también a los niños.

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