Nuestro Señor Jesucristo ha fundado sólo
una Iglesia. La Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, la cual hasta
nuestros días está representada por la Iglesia Ortodoxa. El significado
de cada una de las características enunciadas es, a saber:
Una: La Iglesia es "una," porque es un solo cuerpo espiritual, tiene una sola cabeza: Jesucristo y está animada por un solo Espíritu de Dios (Efesios 4:4-6; l Cor. 3:11; Ef. 1:22-23). La unidad de la Iglesia se expresa en la: misma confesión de fe, en la comunión, en las oraciones y en los sacramentos.
Santa: Es Santa como su base, Nuestro Señor Jesucristo y porque en ella mora el Espíritu Santo, que siempre la santifica (Juan 14:16).
Católica: (Universal o Ecuménica). (del griego "Katholikos"). (Universal de Kata: conforme a; y olos: todos). Porque su mensaje está destinado a todos los fieles de todos los lugares, tiempos y pueblos, porque no está limitada por ningún lugar, tiempo, pueblo, sino al contrario, esta abierta para todo aquel que desee unirse a ella (Mateo 28:18). Cabe decir este término, no es únicamente de carácter geográfico, sino que trasciende el tiempo y el espacio y su doctrina es permanente.
Esta expresión, siendo propia de la Iglesia Ortodoxa. La emplean para autodenominarse otras confesiones cristianas, como la Iglesia de Roma y la de Inglaterra. Pero su origen helénico les recuerda que usan un término prestado de la Iglesia original, individida y ortodoxa.
Apostólica: Porque conserva sin interrupción la doctrina y la sucesión de los Dones del Espíritu Santo, desde tiempos de los Apóstoles (Ef.: 2:19-20).
Junto a las notas anteriores, nuestra Iglesia ha sido acreedora al adjetivo de Ortodoxa (del Griego Ortodoxo: Creencia Verdadera) (de Orthos: Recto y Doxa: Creencia) para señalar que en ella reside la verdadera fe, en armonía con las enseñanzas originales de Nuestro Señor. El regulador de esta armonía y continuidad es Cristo mismo, conforme a su promesa (Mat. 28:20; Marc. 16:20). El Espíritu Santo está con la Iglesia y la guía en la verdad (Juan 14:26).
La ininterrumpida sucesión de los obispos ha mantenido una continuidad histórica y sacramental, que difícilmente otras agrupaciones cristianas pueden reclamar fácil y justicieramente.
La concepción de la Iglesia en la Ortodoxia es theándrica, vale decir, divina y humana, visible e invisible a la vez. Más que una institución terrenal o sistema social, ella es un organismo vivo, que tiene a Cristo a su cabeza y es gobernada por una jerarquía establecida por nuestro Señor desde los Apóstoles.
Una: La Iglesia es "una," porque es un solo cuerpo espiritual, tiene una sola cabeza: Jesucristo y está animada por un solo Espíritu de Dios (Efesios 4:4-6; l Cor. 3:11; Ef. 1:22-23). La unidad de la Iglesia se expresa en la: misma confesión de fe, en la comunión, en las oraciones y en los sacramentos.
Santa: Es Santa como su base, Nuestro Señor Jesucristo y porque en ella mora el Espíritu Santo, que siempre la santifica (Juan 14:16).
Católica: (Universal o Ecuménica). (del griego "Katholikos"). (Universal de Kata: conforme a; y olos: todos). Porque su mensaje está destinado a todos los fieles de todos los lugares, tiempos y pueblos, porque no está limitada por ningún lugar, tiempo, pueblo, sino al contrario, esta abierta para todo aquel que desee unirse a ella (Mateo 28:18). Cabe decir este término, no es únicamente de carácter geográfico, sino que trasciende el tiempo y el espacio y su doctrina es permanente.
Esta expresión, siendo propia de la Iglesia Ortodoxa. La emplean para autodenominarse otras confesiones cristianas, como la Iglesia de Roma y la de Inglaterra. Pero su origen helénico les recuerda que usan un término prestado de la Iglesia original, individida y ortodoxa.
Apostólica: Porque conserva sin interrupción la doctrina y la sucesión de los Dones del Espíritu Santo, desde tiempos de los Apóstoles (Ef.: 2:19-20).
Junto a las notas anteriores, nuestra Iglesia ha sido acreedora al adjetivo de Ortodoxa (del Griego Ortodoxo: Creencia Verdadera) (de Orthos: Recto y Doxa: Creencia) para señalar que en ella reside la verdadera fe, en armonía con las enseñanzas originales de Nuestro Señor. El regulador de esta armonía y continuidad es Cristo mismo, conforme a su promesa (Mat. 28:20; Marc. 16:20). El Espíritu Santo está con la Iglesia y la guía en la verdad (Juan 14:26).
La ininterrumpida sucesión de los obispos ha mantenido una continuidad histórica y sacramental, que difícilmente otras agrupaciones cristianas pueden reclamar fácil y justicieramente.
La concepción de la Iglesia en la Ortodoxia es theándrica, vale decir, divina y humana, visible e invisible a la vez. Más que una institución terrenal o sistema social, ella es un organismo vivo, que tiene a Cristo a su cabeza y es gobernada por una jerarquía establecida por nuestro Señor desde los Apóstoles.
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