Creo, Señor, y confieso que, Tú eres realmente el Cristo, el
Hijo de Dios vivo que vino al mundo para salvar a los pecadores, entre
quienes, yo soy el primero. Creo además que, este es tu mismísimo Cuerpo
inmaculado y esta es tu mismísima preciosa Sangre. Te ruego pues; ten
piedad de mí y perdóname mis faltas voluntarias e involuntarias, las
cometidas de palabra, de obra, con conocimiento o por ignorancia y hazme
digno de comulgar sin reproche de tus inmaculados Sacramentos, para
remisión de mis pecados y para la vida eterna. Amén.
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