Si los católicos romanos designan gustosamente a María como la
Santa Virgen, los cristianos de Oriente la llaman La Madre de Dios o, en
griego, la Théotokos.
Esta diferencia nos ilustra la separación entre la Iglesia católica de tradición latina y la Iglesia de Oriente de tradición griega; separación o cisma que, como se sabe, se hizo oficial en 1054.
Esta diferencia caracteriza más bien a mentalidades y historias
específicas de las que son testimonio ciertas formulaciones sobre el
lugar y al papel de María en la economía
divina.
Nos fundaremos sobre la expresión dogmática de la fe y sobre
los testimonios patrísticos de la vida espiritual que le es
profundamente ligada para iluminar el lugar de María en la
espiritualidad ortodoxa.
En el origen del nombre Madre de Dios, hay
un debate que nos lleva a una cuestión cristológica que fue decisiva. El
enunciado de la fe cristiana ha conocido un período de intensa
reflexión en el transcurso de los siglos IV y V. Los debates teológicos
han concurrido en la elaboración y en la maduración del pensamiento
cristiano.
Tras las controversias del siglo IV (arrianos en
particular) que decidieron el emperador Constantino a convocar el primer
concilio ecuménico de la historia cristiana en Nicea en el 325, un
debate centrado sobre la persona de Cristo agitó el siglo IV.
- ¿Cómo comprender la Encarnación?
- ¿Hay dos personas en el Cristo Dios y hombre?
Esta
crisis es llamada nestoriana, por el nombre de
Nestorio, obispo de Constantinopla. Este último oponía los aspectos,
humano y divino, de la persona de Cristo. Esta dualidad conllevaba
lógicamente que María era solamente la madre del hombre Jesús
(Christotokos, la madre de Cristo); ella no podía por consiguiente ser
llamada Madre de Dios.
Frente a Nestorio, Cirilo, obispo de
Alejandría sostenido por el papa Celestino primero, afirmaba la unidad
del Verbo encarnado y obtuvo la convocatoria del concilio de Efeso en
431 (III concilio ecuménico). El concilio condenó la doctrina de
Nestorius. María fue proclamada "madre del Hijo, consubstancial al
Padre" y no del Cristo-hombre como lo querían Nestorio y sus
partidarios.
Dos años más tarde, en el 433, en un texto llamado a
veces "Símbolo de Efeso", Cirilo y su adversario Juan de Antioquía se
pusieron de acuerdo en una formulación común: en Cristo, las dos
naturalezas, humana y divina, están unidas sin confusión. María es bien
la
Theotokos. Aquellos que rechazan en María esta cualidad no son
verdaderos cristianos, ya que ellos se oponen al dogma de la Encarnación
del Verbo.
En su libro La fe ortodoxa (libro III, cap. 12), san Juan
Damasceno (675-749), uno de los doctores de la teología marial, resume
lo esencial de la fe en la Santa Virgen Madre de Dios:
«Proclamamos a la Santa Virgen propiamente y verdaderamente Madre de Dios (...) ya que la Santa Virgen no ha engendrado un simple hombre, sino al Dios verdadero; no desnudo, sino vestido de carne; no como un cuerpo descendido del cielo y transitado por ella como un canal, sino tomando de ella una carne consubstancial a la nuestra (...) Ya que si este cuerpo hubiera venido del cielo y no viniera de nuestra naturaleza, ¿qué necesidad habría de su descendimiento en el hombre.»
«Proclamamos a la Santa Virgen propiamente y verdaderamente Madre de Dios (...) ya que la Santa Virgen no ha engendrado un simple hombre, sino al Dios verdadero; no desnudo, sino vestido de carne; no como un cuerpo descendido del cielo y transitado por ella como un canal, sino tomando de ella una carne consubstancial a la nuestra (...) Ya que si este cuerpo hubiera venido del cielo y no viniera de nuestra naturaleza, ¿qué necesidad habría de su descendimiento en el hombre.»
Este pasaje
subraya que la obra salvífica y liberadora de la Encarnación reposa en
la realidad del nacimiento de Dios el Verbo en un
cuerpo humano. Pero escuchemos la continuación:
«La in-hominización del Verbo de Dios ha venido para que esta misma naturaleza pecadora, caída y corrompida, venza el tirano que nos ha engañado...»
«La in-hominización del Verbo de Dios ha venido para que esta misma naturaleza pecadora, caída y corrompida, venza el tirano que nos ha engañado...»
El
paralelismo entre las dos Evas, que se remonta al siglo II en el
filósofo apologista Justino (v. 100-165) ha sido desarrollado por Ireneo
de Lyon (130-208). En su célebre obra Contra las herejías (III, 22,4),
este último precisa:
«Por lo mismo que Eva, desobedeciendo, devino causa de muerte para ella misma y para todo el género humano, por lo mismo María, teniendo como esposo a aquel que le había sido destinado desde antes, y sin embargo virgen, devino, obedeciendo, causa de salvación para ella misma y para todo el género humano (...) El nudo de la desobediencia de Eva ha sido desanudado por la obediencia de María, ya que la Virgen Eva había atado por su incredulidad, la Virgen María lo
«Por lo mismo que Eva, desobedeciendo, devino causa de muerte para ella misma y para todo el género humano, por lo mismo María, teniendo como esposo a aquel que le había sido destinado desde antes, y sin embargo virgen, devino, obedeciendo, causa de salvación para ella misma y para todo el género humano (...) El nudo de la desobediencia de Eva ha sido desanudado por la obediencia de María, ya que la Virgen Eva había atado por su incredulidad, la Virgen María lo
ha desanudado por su fe.»
En el siglo
XI, Michel Psellos, humanista bizantino, retoma este tema de una manera gráfica:
«Hasta la Virgen, nuestra raza ha heredado la maldición de la primera madre. Después el dique ha sido construido contra el torrente y la Virgen Santa ha devenido la muralla que paró el diluvio de males (1).»
«Hasta la Virgen, nuestra raza ha heredado la maldición de la primera madre. Después el dique ha sido construido contra el torrente y la Virgen Santa ha devenido la muralla que paró el diluvio de males (1).»
Con la
nueva Eva, se abre un nuevo eón, el de la reconciliación. María deviene
la Madre de todos los vivos, Eva perfeccionada. Ella es el icono de la
Iglesia que recibe el Verbo de Dios por el arrepentimiento. En María, la
Iglesia tiene su hipóstasis propia y creada, su perfección se ha
realizado ya en una persona humana plenamente unida a Dios,
encontrándose más allá de la Resurrección y del Juicio (2).
Sin
Jesucristo, nuevo Adán, no hay unión posible entre Dios y el hombre; sin
María, la humanidad no sería ni salvada ni deificada. El Verbo de Dios
se ha vuelto verdaderamente hombre viniendo de una mujer (Gl. 4,4).
«A
causa de El (Dios)
tu has venido a la vida, a causa de El tu servirás a la salvación
universal, para que el antiguo designio de Dios, que es la Encarnación
del Verbo y nuestra divinización, se realice (3).»
La madre de Dios,
la "sierva del Señor" es una criatura privilegiada desde antes de su
nacimiento. Según el Protoevangelio de Santiago (4), apócrifo del siglo
II considerado como una fuente auténtica por Clemente de Alejandría
(140-220) o también por Orígenes (185-253), la Virgen ha nacido de una
pareja de Justos, Joaquín y Ana. Ultima flor del tallo de Jessé (Is.
11,1), fue llevada por sus padres, a la edad de tres años, al Templo de
Jerusalén, el lugar de la Presencia divina (la fiesta de la Presentación
de María en el Templo es celebrada en la Iglesia ortodoxa el 21 de
noviembre).
María es elegida y no predeterminada como lo recuerda
también san Juan Damasceno (5). Hija del pueblo elegido, no está ella
desligada de la humanidad caída;
criatura humana, aunque santificada desde antes de su nacimiento y
magnificada bajo la mirada de Dios, ella no está exempta de pecado.
La
Iglesia ortodoxa no admite la noción de exención planteado por el dogma
romano de la Inmaculada Concepción proclamado por el papa Pío IX en
1854 (Bula Ineffabilis Deus). Este privilegio corta a María de sus
raíces humanas, disminuye su grandeza natural, su libertad personal, su
papel en la salvación del hombre, y debilita la acción salvadora del
Verbo por de su encarnación.
María es el símbolo vivo de la humanidad
frente a su Padre divino. María concibe al hijo porque en ella y sobre
ella reposa el Espíritu Santo que participa en la Encarnación.
En el Símbolo de la fe, los fieles proclaman:
«Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre por quien todo fue hecho, que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, descendió de los cielos, se encarnó del Espíritu Santo y de María la Virgen y se hizo hombre...»
En el Símbolo de la fe, los fieles proclaman:
«Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre por quien todo fue hecho, que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, descendió de los cielos, se encarnó del Espíritu Santo y de María la Virgen y se hizo hombre...»
La Encarnación es la
obra de dos hipóstasis divinas: enviado al mundo por el Padre, el Hijo
se encarna como Persona mientras que el Espíritu Santo participa en la
Encarnación a través de la carne que El santifica, haciendo de María el
cielo terrestre.
«En el tiempo de la Encarnación - dice el teólogo
contemporáneo Boris Bobrinskoy - el Espíritu santo es el "Espíritu de la
Encarnación", Aquel en quien y por quien el Verbo de Dios hace
irrupción en la historia, Aquel que Le prepara un cuerpo humano, templo
de la divinidad del Verbo.» (6)
Lo que Dios realiza en María, de una
manera única y perfecta, él desea realizarlo para todos los hombres.
Juan Damasceno, que hemos citado más arriba, afirma que el nombre de
Théotokos contiene todo el
misterio de la economía divina. En Cristo, Dios perfecto y hombre
perfecto, lo que significa para esta naturaleza "todo lo que tenía Adán,
salvo el pecado", nuestra curación está ofrecida. Más allá de esta
curación que consiste en volver a ser verdaderamente hombre, Dios se ha
hecho hombre para que el hombre se haga Dios (7). El "si" de María a la
concepción del Hijo de Dios y Salvador, es el "si" de la humanidad a su
liberación y a la realización del plan divino. La humanidad, es el Adán
total en el cual nosotros somos todos Uno, es por eso Gregorio de Niza
(330-395), uno de los tres grandes Capadocios, afirma:
«Decir que hay
varios hombres es un abuso ordinario del lenguaje... Hay ciertamente
una pluralidad que comparten la misma naturaleza humana... pero, a
través de todos ellos, el hombre es uno...» (8)
Jesucristo se nombre
el "Hijo del Hombre", él es el Hijo interior de la Adan-humanidad. María
es el único ser humano que
haya realizado en ella el Adán total, la única que haya dado nacimiento
en ella y en el Adán total al Hijo. La único Esposo del hombre,
femenino con relación a Dios, es Dios. (9)
En el siglo III, el gran
maestro de la escuela de Alejandría que fue Orígenes (185-253) profesó
la mística de la virginidad. El movimiento ascético del siglo IV dará a
sus puntos de vista un gran vuelo. Orígenes fue uno de los principales
creadores del lenguaje místico, la posteridad ha retenido en particular
el tema del matrimonio místico. La unión de Cristo y de la Iglesia y la
unión del Verbo con el alma son inseparables. Ellos presentan el aspecto
colectivo y el aspecto individual de una misma realidad: la una se
realiza por la otra y Orígenes pasa de la una a la otra sin transición
en su Comentario al Cantar de los Cantares. El ha encontrado la
interpretación eclesial de la esposa en la tradición de los dos
Testamentos (10), pero parece ser el
iniciador de la interpretación individual. En el fondo, cuanto más el
alma individual es esposa, más la Iglesia es esposa.
Por otra parte,
el nacimiento terrestre de Jesús no produce su fruto de salvación que si
el Cristo nace espiritualmente en cada uno de sus fieles:
«¿De que me sirve decir que Jesús ha venido solamente en la carne que ha recibido de María, si yo no muestro que él ha venido también en mi carne?» (11)
«¿De que me sirve decir que Jesús ha venido solamente en la carne que ha recibido de María, si yo no muestro que él ha venido también en mi carne?» (11)
Esta
exhortación bajo forma de pregunta ha conocido desarrollos en numerosos
espirituales de los siglos siguientes. Así, en el siglo IV, el
Capadocio Gregorio de Nisa (330-395), hermano Basilio, autor de un
Tratado de la virginidad, dice:
«Lo que se realizó corporalmente en María la inmaculada... esto se realizó también en toda alma que permanece virgen según la razón.» (12)
«Lo que se realizó corporalmente en María la inmaculada... esto se realizó también en toda alma que permanece virgen según la razón.» (12)
Pero los desarrollos espirituales son particularmente imponentes en Máximo el Confesor (580-662):
«El Verbo de Dios, nacido una vez por todas según la carne, quiere siempre, por amor del hombre, nacer según el Espíritu en aquellos que lo desean. El se hace niño, formándose él mismo en ellos por las virtudes...» (13)
«El Verbo de Dios, nacido una vez por todas según la carne, quiere siempre, por amor del hombre, nacer según el Espíritu en aquellos que lo desean. El se hace niño, formándose él mismo en ellos por las virtudes...» (13)
En su interpretación del Padre Nuestro precisa:
«El Cristo nace siempre misteriosamente, encarnándose a través de aquellos que él salva: él hace del alma que le da a luz una madre virgen, la cual no lleva, para decirlo en una palabra, como en la relación entre macho y hembra, las marcas de la naturaleza sometida a la corrupción y a la generación.» (14)
«El Cristo nace siempre misteriosamente, encarnándose a través de aquellos que él salva: él hace del alma que le da a luz una madre virgen, la cual no lleva, para decirlo en una palabra, como en la relación entre macho y hembra, las marcas de la naturaleza sometida a la corrupción y a la generación.» (14)
Por la fe, aquel que deviene cristiano y es
bautizado se beneficia de la presencia activa del Espíritu Santo, accede
por El a una filiación y a una divinización potencial. La gracia
bautismal debe crecer y fructificar. En una proceso sinérgico, el hombre
colabora en su salvación entregándose a la ascesis y a la práctica de
las virtudes (praktikè), con el fin de acceder, liberada el
alma de las pasiones, a la contemplación (théoria) y a la unión. San
Máximo sostiene que la fe unida a la practica de las virtudes engendra
el Verbo en el alma:
«La Madre del Verbo es la verdad, la fe pura y sin mácula, ella que El había hecho madre aceptando por amor del hombre el nacer en tanto que hombre. Así en nosotros el Verbo crea en primer lugar la fe, a continuación deviene hijo de esta fe en nosotros, 'incorporado' de ella por la práctica de las virtudes.» (15)
«La Madre del Verbo es la verdad, la fe pura y sin mácula, ella que El había hecho madre aceptando por amor del hombre el nacer en tanto que hombre. Así en nosotros el Verbo crea en primer lugar la fe, a continuación deviene hijo de esta fe en nosotros, 'incorporado' de ella por la práctica de las virtudes.» (15)
María no
es solamente la mediadora de la salvación, la que intercede por las
salvación de las almas, la puerta del cielo o la escala mística de Jacob
(Gn 28,12), entre las numerosas cualidades cantadas en los textos
litúrgicos, ella es nuestra iniciadora y nuestro modelo. Muchos
espirituales atribuyen sus progresos a la intercesión de la Madre de
Dios. El célebre San Siluano (1866-1938), monje del Monte Athos o de la
Santa Montaña (Hagion Oros), sobrenombrado el
"jardín de la Virgen", confiesa en uno de sus escritos:
«Todavía joven novicio, oraba un día ante el icono de la Madre de Dios, y la 'oración de Jesús' entró en mi corazón donde comenzó a ser pronunciada por si misma, sin esfuerzo por mi parte.» (16)
«Todavía joven novicio, oraba un día ante el icono de la Madre de Dios, y la 'oración de Jesús' entró en mi corazón donde comenzó a ser pronunciada por si misma, sin esfuerzo por mi parte.» (16)
Aquel que ora a la
Madre de Dios es conducido por ella al amor que ella lleva, a Dios hecho
hombre. El monje ruso Serafín de Sarov (1759-1833), testigo de la luz
increada, recomienda hacer antes del mediodía la oración de Jesús:
"Señor Jesucristo, hijo de Dios, ten piedad de mi pecador", y dirigirse
después del mediodía a la Virgen María: "Santa Madre de Dios, sálvame
pecador".
María inicia a la oración de Jesús, vía de oración cuya
tradición permanece todavía viva en el mundo ortodoxo, tanto en los
sacerdotes como en los laicos, y más allá del mundo ortodoxo desde hace
algunas decenas de años. Para los fieles, es por la oración de Jesús, la
invocación-recuerdo
continuo del santo Nombre del Salvador en el corazón, como se purifica
el alma y la inteligencia (noús), como se hace humilde y disponible a la
recepción del don del Espíritu Santo.
La oración del corazón está ligada al método de oración hesycasta, del griego hesychia, que puede traducirse por quietud, paz interior o recogimiento. San Juan Clímaco (klimax significa escala en griego), higúmeno del monasterio de Santa Catarina del Monte Sinai, en los siglos VI y VII, definió el hesycasmo ligando por primera vez los tres términos siguientes: memoria de Jesús, dominio del aliento y hesychia. En el vigésimo séptimo grado de su libro la Escala Santa, el exhorta a su lector:
«Que el recuerdo de Jesús sea uno con tu aliento y entonces tu conocerá la utilidad de la hesychia... ya que la hesychia es un culto y una presencia en Dios continuos.»
La oración del corazón está ligada al método de oración hesycasta, del griego hesychia, que puede traducirse por quietud, paz interior o recogimiento. San Juan Clímaco (klimax significa escala en griego), higúmeno del monasterio de Santa Catarina del Monte Sinai, en los siglos VI y VII, definió el hesycasmo ligando por primera vez los tres términos siguientes: memoria de Jesús, dominio del aliento y hesychia. En el vigésimo séptimo grado de su libro la Escala Santa, el exhorta a su lector:
«Que el recuerdo de Jesús sea uno con tu aliento y entonces tu conocerá la utilidad de la hesychia... ya que la hesychia es un culto y una presencia en Dios continuos.»
Según Juan, el hesycasmo requiere el silencio, la soledad, un espacio restringido.
Un
apotegma de los Padres del desierto (siglo IV) relata la respuesta de
un Padre espiritual (Abba) a aquel que le pregunta sobre la utilidad de
la Hesyquia.
«El abba dice que aquel que vive en el recogimiento
tiene necesidad de tres obras: el temor continuo de Dios, implorar con
perseverancia y que su corazón no se relaje del recuerdo de Dios.» (17)
La
Madre de Dios fue la primera persona humana en pronunciar el divino
nombre de Jesús, "nombre por encima de todo nombre, a fin de que en
nombre de Jesús, toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y
bajo tierra" (Fil. 2 9-11), que le fue revelado por el arcángel Gabriel
(Luc. 1,31).
A propósito de esta oración del Nombre, dos monjes
hagioritas (de Hagion Oros, la santa montaña del Athos) del siglo XIV,
Calisto e Ignacio Xanthopouloi, cuyos escritos están recogidos en la
Filocalia, antología de textos ascéticos y místicos del siglo IV al XIV,
prestan esta cita a san Juan
Crisostomo (354-407):
«Persevera sin descanso en el nombre del Señor Jesús, con el fin de que el corazón absorba al Señor, que el Señor absorba al corazón, y que los dos se hagan uno.»
«Persevera sin descanso en el nombre del Señor Jesús, con el fin de que el corazón absorba al Señor, que el Señor absorba al corazón, y que los dos se hagan uno.»
Ante el icono de la
Virgen orante o Virgen del Signo (Is. 7, 13-14), aquella que es más
vasta que los Cielos porque contiene a Aquel que los ha creado, nosotros
vemos lo que todos nosotros estamos llamados a realizar.
Nuestra
alma oscurecida y confusa por las pasiones puede y debe volverse virgen
para ser digna de la unión con el Esposo divino. Que seamos hombre o
mujer, debemos considerarnos como una esposa. Cada uno de entre nosotros
puede devenir una "micro-iglesia", una pequeña iglesia, un templo del
Espíritu Santo, un icono de la Madre de Dios. Jesús es el "camino" y la
"puerta", María es la primera, ella se adelanta a la humanidad. Cada uno
es llamado a seguir a aquella que es una hagiofanía, la santidad
personalizada. Esto, hasta su
nacimiento en el cielo, designado por el nombre de Dormición
(Koimesis).
En verdad, no se sabe nada de la muerte de María, ni la
fecha, ni el lugar. Si se exceptúa el "signo" de la Mujer y del dragón,
que es objeto del capítulo 12 del Apocalipsis, donde es permitido el
reconocer una imagen del destino final de la madre del Mesías, el Nuevo
Testamento no contiene alusión a la Asunción de la Virgen. Esta aparece
en la historia bajo la cobertura de tradiciones apócrifas (18).
Un
texto atribuido a Meliton de Sardes (siglo II), el Transitus, describe
una tumba nueva, al Oriente de Jerusalén: en la entrada del valle de
Getsemaní, donde Pedro, siguiendo ordenes de Jesús, habría depositado el
cuerpo y no el cadáver. En efecto, muy pronto se impuso el hecho de que
la corrupción no podía alcanzar a la que fue el receptáculo del Verbo
encarnado, de ahí la expresión de Dormición.
Las tres homilías sobre
la Dormición compuestas en el
siglo VII por Juan Damasceno son uno de los principales testimonios de
la tradición según la cual la Madre de Dios fue elevada al cielo en alma
y cuerpo (19).
«¡Oh, el incomparable pasaje, que te vale la gracia
de emigrar hacia Dios! Ya que si esta gracia es dada por Dios a todos
los servidores que tienen su espíritu - ya que ella les es donada, la fe
nos lo enseña -, de todas maneras la diferencia es infinita entre los
esclavos de Dios y su Madre. Entonces ¿como llamaremos nosotros a este
misterio que se cumple en ti? ¿una muerte?. Pero si, como lo quiere la
naturaleza, tu alma toda santa y bienaventurada es separada de tu cuerpo
bendito e inmaculado, y si este cuerpo es liberado a la tumba siguiendo
la ley común, sin embargo él no permanece en la muerte y no es
destruido por la corrupción. Para aquella cuya virginidad ha permanecido
intacta en el alumbramiento, al comienzo de esta vida, el cuerpo se ha
mantenido sin descomposición, y
situado en una morada mejor y más divina, fuera del alcance de la
muerte, y capaz de durar por toda la infinidad de los siglos.» (I, 10)
María
entrada en la gloria, al lado de su Hijo, ejerce su papel de
intercesión universal. ¿Es posible sacar conclusiones? A la luz de los
Padres, diremos que María, es la humanidad, es la Creación misma que
realiza su vocación: traer al mundo a su creador para ser desposada por
El y unida a El sin confusión.
De san Gregorio Pálamas (1296-1359),
teólogo de la visión de la luz increada y defensor de los monjes
hesycastas, relatamos esta última cita:
«Queriendo crear una imagen de la belleza absoluta y manifestar claramente a los ángeles y a los hombres la potencia de su arte, Dios ha hecho verdaderamente a María totalmente bella. El ha reunido en Ella las bellezas parciales que El ha distribuido a las otras criaturas y la ha constituido como el común ornamento de todos los seres visibles e invisibles; o mejor, ha hecho de Ella como una mezcla de todas las perfecciones divinas, angélicas y humanas, una belleza sublime embelleciendo los dos mundos, elevándose de la tierra hasta el cielo y sobrepasando incluso este último.» (20)
«Queriendo crear una imagen de la belleza absoluta y manifestar claramente a los ángeles y a los hombres la potencia de su arte, Dios ha hecho verdaderamente a María totalmente bella. El ha reunido en Ella las bellezas parciales que El ha distribuido a las otras criaturas y la ha constituido como el común ornamento de todos los seres visibles e invisibles; o mejor, ha hecho de Ella como una mezcla de todas las perfecciones divinas, angélicas y humanas, una belleza sublime embelleciendo los dos mundos, elevándose de la tierra hasta el cielo y sobrepasando incluso este último.» (20)
Es tiempo de volver al
silencio, "misterio del mundo por venir" según Isaac el Sirio (siglo
VII), para el honrar a aquella que es "mas venerable que los querubines e
incomparablemente más gloriosa que los serafines". (21)
NOTAS
1. Homélie sur l'Annonciation, citada en M. Lot-Borodine, "Le dogme de l'Immaculée Conception à la lumière de l'Eglise de'Orient", Irénikon, t. LXVII (1994), nº 3, p. 337:
2. V. Lossky, Théologie mystique de l'Eglise d'Orient, Aubier, Paris, 1980, p.190.
3. Juan Damasceno, Sobre la Natividad.
4. Protoevangelio significa que el texto relata acontecimientos anteriores a los de los evangelios canónicos. El Protoevangelio de Santiago se dice que ha sido escrito por Santiago el Menor, hermano de Jesús según el Evangelio, medio hermano según el texto. Texto escrito a mitad del siglo II, su existencia está atestiguada por Justino, Orígenes y Clemente de Alejandría. Contiene la mas antigua recensión del nacimiento de María y de su presentación en el Templo. Los iconos de la Presentación en el templo se inspiran en el. Eusebio, Atanasio y Juan Crisóstomo consideran el Protoevangelio como un testimonio auténtico para sostener la virginidad de María. Tras el alumbramiento, Salomé, una mujer-sabia que dudaba de la virginidad, quiso verificar y retiró su mano quemada lo cual la convenció: "Y Salomé puso su dedo en su naturaleza y, dando un grito, dijo: '¡maldición a mi impiedad y a mi incredulidad! ¡He tentado al Dios vivo! Y he aquí que mi mano se deshace bajo la acción del fuego' (20, 1)".
Este texto sirve también para explicar la presencia de hermanos de Jesús: José era viudo de un primer matrimonio del que había tenido hijos (9, 2).
5. Juan Damasceno, Sobre la Natividad, libro II, cap, 30.
6. B. Bbrinskoy, Le Mystère de la Trinité, Cerf, Paris, 1986, p. 93.
7. Cf. por ejemplo san Ireneo de Lyon, Contra las herejías, III, 10,2; 16, 3. Cerf, Paris, 1991.
8. Que no hay tres Dioses, P.G. 45, 117.
9. Annik de Souzenelle, Jean Mouttapa, La Parole au coeur du corps, Albin Michel, Paris, 1993, pp. 112-113.
10. Ef. 5,22-23; Ap. 20, 7-9; 21, 2 y 9. Cristo es a veces llamado Esposo sin que la esposa sea señalada: Mt 9, 15; 22, 12.
11. Homilías sobre el Génesis.
12. II, 2.
13. Centuries sur la Théologie, en La Philocalie, t. I, Desclée de Brouwer- J. -C. Lattès, Paris, 1995, 8, p 460.
14. Ibid., p. 556.
15. Question à Thalassios, 14, Editions de l'Ancre, Suresnes, 1992, p. 161.
16. Archimandrite Sophrony, Starets Silouane moine du Mont Athos, Vie-Doctrine-Ecrits, Presence, Sisteron, 1973, p. 356.
17.- Les apophtegmes del Pères I-IX, Collection systématiqeu, 1, Sources Chretienes 387, Cerf, Paris, 1993.
18. Ascension d'Isaïe, fin del primer siglo; Odes de Salomon, segundo siglo; Oracles sybillins, segundo y tercer siglos.
19. La Iglesia ortodoxa no impone el dogma sobre esta cuestión. Por el contrario, el primero de noviembre de 1950, en la Constitución apostólica Munificentissimus Deus, el Papa Pío XII ha proclamado el dogma que ha transformado esta tradición antigua en una verdad ligada a la fe católica: "Es un dogma revelado por Dios que María, la Inmaculada, Madre de Dios siempre virgen, al fin de su vida terrestre, ha sido elevada en alma y en cuerpo a la gloria celeste". Se observa que el texto no dice: "tras la muerte de María". Su muerte permanece como un punto oscuro. Sin embargo, estando exempta de falta, ella no debería sufrir su consecuencia inevitable. En la liturgia ortodoxa de la fiesta de la Dormición (primera fiesta marial decretada obligatoria por el emperador Mauricio al final del siglo VI), el tropario canta: "En tu maternidad tu has guardado tu virginidad, después de tu Dormición, tu no has abandonado el mundo o Madre de Dios. Tu has pasado a la vida, tu que eres Madre de la Vida".
El 15 de agosto es festejado como una segunda Pascua, la Resurrección de aquella que, antes del Juicio final, antes de la Resurrección general, está unida a Cristo. Lo que es realizado por María está previsto en el plano divino para cada uno de nosotros.
20. Homilía para la fiesta de la Dormición, citada en V. Lossky, op.cit., p191.
21. Respuesta intercalada entre cada versículo cantado del Magníficat (Lc 1,46)-55).
1. Homélie sur l'Annonciation, citada en M. Lot-Borodine, "Le dogme de l'Immaculée Conception à la lumière de l'Eglise de'Orient", Irénikon, t. LXVII (1994), nº 3, p. 337:
2. V. Lossky, Théologie mystique de l'Eglise d'Orient, Aubier, Paris, 1980, p.190.
3. Juan Damasceno, Sobre la Natividad.
4. Protoevangelio significa que el texto relata acontecimientos anteriores a los de los evangelios canónicos. El Protoevangelio de Santiago se dice que ha sido escrito por Santiago el Menor, hermano de Jesús según el Evangelio, medio hermano según el texto. Texto escrito a mitad del siglo II, su existencia está atestiguada por Justino, Orígenes y Clemente de Alejandría. Contiene la mas antigua recensión del nacimiento de María y de su presentación en el Templo. Los iconos de la Presentación en el templo se inspiran en el. Eusebio, Atanasio y Juan Crisóstomo consideran el Protoevangelio como un testimonio auténtico para sostener la virginidad de María. Tras el alumbramiento, Salomé, una mujer-sabia que dudaba de la virginidad, quiso verificar y retiró su mano quemada lo cual la convenció: "Y Salomé puso su dedo en su naturaleza y, dando un grito, dijo: '¡maldición a mi impiedad y a mi incredulidad! ¡He tentado al Dios vivo! Y he aquí que mi mano se deshace bajo la acción del fuego' (20, 1)".
Este texto sirve también para explicar la presencia de hermanos de Jesús: José era viudo de un primer matrimonio del que había tenido hijos (9, 2).
5. Juan Damasceno, Sobre la Natividad, libro II, cap, 30.
6. B. Bbrinskoy, Le Mystère de la Trinité, Cerf, Paris, 1986, p. 93.
7. Cf. por ejemplo san Ireneo de Lyon, Contra las herejías, III, 10,2; 16, 3. Cerf, Paris, 1991.
8. Que no hay tres Dioses, P.G. 45, 117.
9. Annik de Souzenelle, Jean Mouttapa, La Parole au coeur du corps, Albin Michel, Paris, 1993, pp. 112-113.
10. Ef. 5,22-23; Ap. 20, 7-9; 21, 2 y 9. Cristo es a veces llamado Esposo sin que la esposa sea señalada: Mt 9, 15; 22, 12.
11. Homilías sobre el Génesis.
12. II, 2.
13. Centuries sur la Théologie, en La Philocalie, t. I, Desclée de Brouwer- J. -C. Lattès, Paris, 1995, 8, p 460.
14. Ibid., p. 556.
15. Question à Thalassios, 14, Editions de l'Ancre, Suresnes, 1992, p. 161.
16. Archimandrite Sophrony, Starets Silouane moine du Mont Athos, Vie-Doctrine-Ecrits, Presence, Sisteron, 1973, p. 356.
17.- Les apophtegmes del Pères I-IX, Collection systématiqeu, 1, Sources Chretienes 387, Cerf, Paris, 1993.
18. Ascension d'Isaïe, fin del primer siglo; Odes de Salomon, segundo siglo; Oracles sybillins, segundo y tercer siglos.
19. La Iglesia ortodoxa no impone el dogma sobre esta cuestión. Por el contrario, el primero de noviembre de 1950, en la Constitución apostólica Munificentissimus Deus, el Papa Pío XII ha proclamado el dogma que ha transformado esta tradición antigua en una verdad ligada a la fe católica: "Es un dogma revelado por Dios que María, la Inmaculada, Madre de Dios siempre virgen, al fin de su vida terrestre, ha sido elevada en alma y en cuerpo a la gloria celeste". Se observa que el texto no dice: "tras la muerte de María". Su muerte permanece como un punto oscuro. Sin embargo, estando exempta de falta, ella no debería sufrir su consecuencia inevitable. En la liturgia ortodoxa de la fiesta de la Dormición (primera fiesta marial decretada obligatoria por el emperador Mauricio al final del siglo VI), el tropario canta: "En tu maternidad tu has guardado tu virginidad, después de tu Dormición, tu no has abandonado el mundo o Madre de Dios. Tu has pasado a la vida, tu que eres Madre de la Vida".
El 15 de agosto es festejado como una segunda Pascua, la Resurrección de aquella que, antes del Juicio final, antes de la Resurrección general, está unida a Cristo. Lo que es realizado por María está previsto en el plano divino para cada uno de nosotros.
20. Homilía para la fiesta de la Dormición, citada en V. Lossky, op.cit., p191.
21. Respuesta intercalada entre cada versículo cantado del Magníficat (Lc 1,46)-55).
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