jueves, 28 de noviembre de 2013

"Filioque."‏

 


El Catolicismo Romano no solamente ha rechazado varios de los Cánones de la práctica de la Iglesia, sino también se ha atrevido a deformar el Símbolo de Fe Niceno Constantinopolitano (el Credo), el cual contiene los artículos fundamentales de la fe Cristiana. Desde los tiempos del Emperador Carlo Magno, la Iglesia Occidental distorsionó el artículo sobre el Espíritu Santo. A partir del Concilio de Aix-la-Capelle (809), los franco oficialmente insertaron la palabra "Filioque" en el Símbolo de Fe Niceno Constantinopolitano. Esta innovación significa que el Espíritu Santo no procede solo del Padre, tal como esta escrito en el Evangelio sino también procede del Hijo. Esta inserción dentro del Símbolo de Fe Niceno Constantinopolitano es una herejía, ya que distorciona el texto bíblico: "El espíritu de verdad, quien procede del Padre". (Juan 15:26), de acuerdo con este texto bíblico, los Padres del Primer Concilio Ecuménico (Sínodo) de Nicea (325) y de los del segundo (381) establecieron el Credo. Esta inserción ("Filioque") dentro del Símbolo de fe Niceno Constantinopolitano, esta tan equivocada, que el Papa León III, en ese tiempo (809), elaboró una protesta, teniendo por inscrito in factum, el Símbolo de Fe Niceno Constantinopolitano (sin el "Filioque") en placas plateadas y colocadas en la Iglesia de San Pedro, con estas palabras: "HAEC, LEO POSUI AMORE ETCAUTELA ORTHODOXAE FIDEI": ( Yo, leo, lo pongo aquí por el amor y la protección a la Fe Ortodoxa). Esta referencia importante esta en VITA LEONIS, LIBER PONTIFICALIS ,(Ed. Duchesne, T.II., pag. 26)- (Ref. Griega, Vas. Stefanidis, Historia Eclesiástica, Atenas 1970).
 
Pero esta propuesta del Papa Leo III no fue suficiente, y en poco tiempo todo el Occidente gradualmente adoptó la enseñanza equivocada del "Filioque" ( que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo).
 
Esta doctrina está equivocada, porque contradice al texto bíblico: (Juan 15:26) y porque distorsiona la decisión del primer y segundo Concilio Ecuménico, los cuales fueron todas las decisiones de los Concilios Ecuménicos. También esta equivocada porque distorsiona la función de la persona de la Santísima Trinidad, porque crea dos fuentes de procedencia del Espíritu Santo, es una Doctrina que enseña lo absurdo porque el Hijo recibe la misma función que el Padre, es decir la procedencia del Espíritu Santo, y de esta manera el Hijo se convierte en Padre, por lo que puede dar vida a otro Hijo, es decir dar vida a otro Espíritu Santo, lo cual es completamente absurdo, ya que nos lleva a la no -existencia de Dios.
 
Esta explicación de herejía fue mencionada por vez primera por San Fotios, Patriarca de Constantinopla en su carta Encíclica a los Patriarcas y Obispos de la Iglesia del Este.
 
Por eso el Occidente tiene dificultad para entender el ministerio de la Santísima Trinidad. San Athanasios el Grande, Patriarca de Alexandria, quien participo en el Primer Concilio Ecuménico de Nicea (cuando él fue Diácono), explicó este ministerio mediante una comparación: La Fuente - el Río y el Agua del Río.
 
La Fuente del Río es el Padre, de quien procede el Espíritu Santo.
 
El Río es el Hijo, quien envía el Espíritu Santo, después de su sacrificio voluntario en la Cruz y su Gloriosa Resurrección. Él dijo a los Apóstoles antes de su Pasión: "Es conveniente para ustedes que Yo me vaya; porque sino me voy; El Consolador (El Espíritu Santo) no vendrá a ustedes, pero si Yo me marcho, lo enviaré a ustedes. (Juan 16:7).
 
EL Agua del Río que nosotros bebemos, es el Espíritu Santo, él es quien distribuye la gracia y los "dones", por lo que las tres personas (entidades que tienen una real e individual existencia), de la Santísima Trinidad, son indivisibles, como lo muestra el ejemplo: La Fuente, el Río y el Agua del Río: los tres son de la misma esencia.
 
La esencia divina es incomunicable a la humanidad y solamente a las "energías no creadas de la Santísima Trinidad lo que es comunicable a aquellos que son Sacrificados por hacer la voluntad de Dios en sus vidas, por creer en el camino correcto y haber participado correctamente en la celebración de los Santos Sacramentos.
 
La Inserción del "Filioque" ("Y del Hijo") por Carlo Magno, fue una interpretación incorrecta de San Agustín, dado que él jamás aprendió Griego y no pudo ser capaz de leer a los Padres Griegos, quienes escribieron antes que él, así como tampoco pudo leer a San Atanasio el Grande, quien escribió bastante sobre las decisiones del primer Concilio Ecuménico de Nicea, los Concilios de Nicea y Constantinopla que estableció el Credo tuvieron lugar en los años 325 y 381, y la conversión no era Cristiano y no sabía Griego, de esta manera no pudo leer la interpretación correcta de los Padres que estuvieron en el Concilio, como lo estuvo por ejemplo San Athanasios el Grande. Por tanto no podemos considerar esta interpretación errónea de San Agustín ( AGUSTINI, EX LIBRO XV DE TRINITATE), por sobre el texto bíblico o por sobre el Concilio Ecuménico, en cual como ya hemos dicho, es inalterable.
 
Por eso el Occidente no debería tardar en corregir el error dogmático y hacer lo que hizo el Papa Leo III en propuesta del "Filioque", para escribir el Credo correctamente y recitarlo tal y como sé hacia anteriormente al Consejo de Aix-La-Chapelle (809).

1 comentario:

  1. El concilio de Constatinopla no afirma NUNCA que el Espíritu Santo sea Dios como el Padre y el Hijo, ni afirma NUNCA que el Espíritu Santo sea de la misma sustancia del Padre y del Hijo como afirman los católico romanos. Los católicos romanos afirman que el Espíritu Santo tiene UNA SOLA Y ÚNICA procedencia la del Padre que engendra eternamente al Hijo. Por eso, dicen del Padre y del Hijo, porque el Hijo no puede separarse del Padre. Todo lo que tiene el Padre es mío dice el Cristo. Por eso, Focio miente cuando afirma que los católico romanos afirman que el Espíritu Santo tiene DOS procedencias. Eso es mentira y es una herejía. Los católico romanos afirman exactamente igual que los católico ortodoxo, aunque no estuviera recogido en el concilio de Constantinopla, como otras verdades trinitarias que tampoco están recogidas.

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