jueves, 28 de noviembre de 2013

El signo de la Cruz.

 
 

Persígnate, hijo, — dijo una mujer en voz baja a un muchacho adolescente parado a su lado en el momento que el sacerdote bendijo a los feligreses con el Evangelio en forma de Cruz. El niño, junto con la madre, inició solemnemente y sin apuro persignarse: "En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" — murmuraban los labios apenas perceptiblemente y la cara del muchacho adquirió una expresión solemnemente piadosa. Es agradable observar esto. Pero lamentablemente muchas veces se observa lo contrario. Muchos de los creyentes que hace muchos años asisten al servicio eclesiástico, se persignan incorrectamente. Unos hacen volar la mano alrededor suyo, como si espantaran a las moscas, otros colocan los dedos como si agarrara un poco de sal y parece que no se persignan, sino esparcen la sal sobre sus propias cabezas, otros más, clavan los dedos con fuerza en la frente, como si estuvieran clavando clavos. También el error más común, cuando la mano ni siquiera llega al hombro y se pierde en alguna parte cerca del cuello.

¿Pequeños detalles o formalismo? ¡De ningún modo! Aún en sus tiempos, San Basilio el Grande escribía: "En el Templo ha de ser todo con respeto y según los estatutos." La señal de la cruz es un testimonio visible de nuestra fe. Recordemos también a Lucas 16:10:"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel: y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto".

La fuerza de la señal de la Cruz es inmensa. En los relatos sobre la vida de los Santos se encuentran frecuentes referencias cómo se desvanecían los encantos diabólicos por medio de la señal de la Cruz. Por esta razón, cuando nos persignamos descuidadamente o con distracción, sólo alegramos al diablo.

¿Cual es la correcta forma de persignarse?

Se debe colocar juntos los tres primeros dedos de la mano derecha, simbolizando la Indivisible Santísima Trinidad. Los otros dos dedos deben ser firmemente apretados a la palma de la mano; esto significa el descenso del Cielo a la tierra de Jesucristo, Hijo de Dios (los dos dedos son la imagen de las dos naturalezas de Cristo). Los tres dedos juntos se llevan primero a la frente, para bendecir el raciocinio, después sobre el estómago para bendecir los sentimientos, luego sobre el hombro derecho e inmediatamente sobre el izquierdo, bendiciendo las fuerzas corporales. Bajando entonces la mano, hacemos una inclinación de cintura debido a que en este preciso momento acabamos de expresar sobre nosotros La Cruz de la Gólgota y ahora nos inclinamos ante Ella. A propósito, existe otro error muy común, cuando nos inclinamos al mismo tiempo que nos persignamos, como si estuviéramos quebrando la Cruz. No se debe hacer esto.

Muchos antiguos libros de texto sobre la religión indicaban que al persignarse, se debe tocar con la mano el pecho en vez del estomago. Así resultaba una cruz puesta cabeza abajo, o sea, con la parte inferior más corta que la superior, lo que produce el símbolo satánico.

El signo de la Cruz acompaña al creyente en todas partes. Nos persignamos al acostarnos y al levantarnos del sueño, saliendo a la calle y entrando al templo; al sentarnos a la mesa y dando gracias al Señor por la comida, haciendo el signo de la Cruz sobre nosotros mismos y sobre la comida. . La Cruz de Cristo bendice todo en torno Suyo y es por esto que Su Imagen sobre el propio cuerpo del creyente es salvadora y benigna para el alma.

Durante los primeros siglos esta fue la forma en que TODOS LOS CRISTIANOS hicieron el signo de la cruz.

Hasta donde he podido investigar, el significado de ser primero de derecha (mano con la que se dictaba sentencia) a izquierda, era símbolo de que todos nos presentaremos ante el Juicio de Dios al final de los tiempos, después al pasar la mano al lado izquierdo, significaba que el veredicto de ese juicio se basaría en el amor de Dios (el corazón esta ubicado en el lado izquierdo), ya el salmista lo ha dicho: “tu justicia llega hasta las altas cordilleras, pero tu amor y misericordia hasta lo alto del Cielo.”

Esta fue la postura de todos los santos Padres Apostólicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario