Persígnate, hijo, — dijo una mujer en voz baja a un muchacho adolescente parado a su lado en el momento que el sacerdote bendijo a los feligreses con el Evangelio en forma de Cruz. El niño, junto con la madre, inició solemnemente y sin apuro persignarse: "En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" — murmuraban los labios apenas perceptiblemente y la cara del muchacho adquirió una expresión solemnemente piadosa. Es agradable observar esto. Pero lamentablemente muchas veces se observa lo contrario. Muchos de los creyentes que hace muchos años asisten al servicio eclesiástico, se persignan incorrectamente. Unos hacen volar la mano alrededor suyo, como si espantaran a las moscas, otros colocan los dedos como si agarrara un poco de sal y parece que no se persignan, sino esparcen la sal sobre sus propias cabezas, otros más, clavan los dedos con fuerza en la frente, como si estuvieran clavando clavos. También el error más común, cuando la mano ni siquiera llega al hombro y se pierde en alguna parte cerca del cuello.
¿Pequeños detalles o formalismo? ¡De ningún modo! Aún en sus tiempos, San Basilio el Grande escribía: "En el Templo ha de ser todo con respeto y según los estatutos." La señal de la cruz es un testimonio visible de nuestra fe. Recordemos también a Lucas 16:10:"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel: y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto".
La fuerza de la señal de la Cruz es inmensa. En los relatos
sobre la vida de los Santos se encuentran frecuentes referencias cómo se
desvanecían los encantos diabólicos por medio de la señal de la Cruz.
Por esta razón, cuando nos persignamos descuidadamente o con
distracción, sólo alegramos al diablo.
¿Cual es la correcta forma de persignarse?
Se debe colocar juntos los tres primeros dedos de la mano
derecha, simbolizando la Indivisible Santísima Trinidad. Los otros dos
dedos deben ser firmemente apretados a la palma de la mano; esto
significa el descenso del Cielo a la tierra de Jesucristo, Hijo de Dios
(los dos dedos son la imagen de las dos naturalezas de Cristo). Los tres
dedos juntos se llevan primero a la frente, para bendecir el
raciocinio, después sobre el estómago para bendecir los sentimientos,
luego sobre el hombro derecho e inmediatamente sobre el izquierdo,
bendiciendo las fuerzas corporales. Bajando entonces la mano, hacemos
una inclinación de cintura debido a que en este preciso momento acabamos
de expresar sobre nosotros La Cruz de la Gólgota y ahora nos inclinamos
ante Ella. A propósito, existe otro error muy común, cuando nos
inclinamos al mismo tiempo que nos persignamos, como si estuviéramos
quebrando la Cruz. No se debe hacer esto.
Muchos antiguos
libros de texto sobre la religión indicaban que al persignarse, se debe
tocar con la mano el pecho en vez del estomago. Así resultaba una cruz
puesta cabeza abajo, o sea, con la parte inferior más corta que la
superior, lo que produce el símbolo satánico.
El signo de la Cruz acompaña al creyente en todas partes. Nos
persignamos al acostarnos y al levantarnos del sueño, saliendo a la
calle y entrando al templo; al sentarnos a la mesa y dando gracias al
Señor por la comida, haciendo el signo de la Cruz sobre nosotros mismos y
sobre la comida. . La Cruz de Cristo bendice todo en torno Suyo y es
por esto que Su Imagen sobre el propio cuerpo del creyente es salvadora y
benigna para el alma.
Durante los primeros siglos esta fue la forma en que TODOS LOS CRISTIANOS hicieron el signo de la cruz.
Hasta
donde he podido investigar, el significado de ser primero de derecha
(mano con la que se dictaba sentencia) a izquierda, era símbolo de que
todos nos presentaremos ante el Juicio de Dios al final de los tiempos,
después al pasar la mano al lado izquierdo, significaba que el veredicto
de ese juicio se basaría en el amor de Dios (el corazón esta ubicado en
el lado izquierdo), ya el salmista lo ha dicho: “tu justicia llega
hasta las altas cordilleras, pero tu amor y misericordia hasta lo alto
del Cielo.”
Esta fue la postura de todos los santos Padres Apostólicos.
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