La divina liturgia, es verdaderamente un Oficio Divino en la
tierra, en que Dios mismo, de un modo especial e inmediato está
presente, y mora con los hombres, siendo El Mismo el Celebrante
Invisible, ofreciendo y siendo ofrecido. No hay nada sobre la tierra,
más santo, más excelso, más grandioso, más sublime, más solemne, que nos
dé más Vida, que la Divina Liturgia.
El Templo, en este momento, es un Cielo terrestre. Los Celebrantes representan a Cristo mismo, a los Angeles, los Querubines, los Serafines y los Apóstoles.
La Liturgia es la solemne y continua repetición del amor de Dios hacia la humanidad y de la mediación omnipotente de Cristo para la salvación del mundo entero, y de cada miembro separadamente. Es el enlace del Cordero, el matrimonio del Hijo del Rey, en el cual la novia del Hijo de Dios, es toda alma fiel; y el que entrega la novia, es el Espíritu Santo.
La Liturgia es la Santa Cena, la Mesa del amor de Dios a la humanidad. Alrededor del Cordero de Dios, sobre la Patena Santa (diskarion), están reunidos los vivos y los muertos, los santos y los pecadores, la Iglesia triunfante y la Iglesia militante.
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