viernes, 29 de noviembre de 2013

Doctrina de la Santisima Trinidad en la Iglesia Ortodoxa...‏

La primera y fundamental verdad del cristianismo es la existencia de un solo Dios eterno e infinito, creador de todo cuanto existe: los ángeles, el mundo y los hombres. Es la causa increada y primera de todas las cosas. Dios es uno en esencia, mas Trino en persona. En Dios hay tres personas divinas, distintas en cuanto a personas, pero que poseen una misma esencia o naturaleza: Padre-Hijo-Espíritu Santo. Su explicación es un misterio insondable para la razón humana, pero este misterio no está en oposición a la misma razón. El Hijo, la segunda persona, nace del Padre, y también de éste procede el Espíritu Santo, más cada una es Dios. Dios creó al hombre en el Paraíso Terrenal, totalmente feliz, compuesto de un cuerpo mortal y material, y de un alma espiritual e inmortal. Toda alma humana es creada directamente por Dios. En el Paraíso el hombre se rebeló contra Dios pecando. Consecuencia de ello, todos nacemos con el pecado original, que nos priva de la gracia y amistad divina, y condenados al dolor y la muerte.
La finalidad del hombre sobre la tierra es conocer, amar y servir a Dios en este mundo, y después gozarle en el cielo eternamente. El pecado original sólo se borra por medio del Bautismo. Dios, en su ser mismo, en su providencia, en su Encarnación, en su presencia en la Iglesia y en su última manifestación al fin de los tiempos, es el objeto único que los santos conocen y que los teólogos buscan expresar en sus fórmulas, particularmente importantes para comprender la Teología Ortodoxa, en su conjunto.

Estos dos aspectos — que se remontan incuestionablemente a los Padres griegos — son la Trascendencia absoluta y el carácter trinitario del ser divino. Este carácter de la teología y de la espiritualidad ortodoxas está íntimamente ligado al sentido patrístico de la trascendencia de Dios como Esencia única, Dios permanece incognoscible, más se revela como Trinidad. El Dios de la Biblia es conocido en la medida en que El es el Dios viviente y operante. Aquel al cual se dirige la oración de la Iglesia, Aquel que ha enviado a su hijo para la salvación del mundo. Absolutamente trascendente e incognoscible, Dios se ha revelado en Jesucristo, "en quien habita corporalmente toda la plenitud de la Divinidad" (Col. 11:9).

Para la prueba de la existencia de Dios, existen numerosas demostraciones, tales como: la existencia de las cosas, el orden del mundo, la perfección de la creación, el movimiento del mundo, la necesidad psicológica que se siente de un ser superior, las injusticias de este mundo, la creencia de todos los pueblos en todos los tiempos, exigen una causa, piden la existencia de un ser que les dio existencia. Ese ser sólo puede ser Dios.

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