El exorcismo en la iglesia ortodoxa
Para entender la visión Ortodoxa sobre la práctica de exorcismo, uno debe conocer los presupuestos teológicos ortodoxos acerca del mal y su doctrina sobre Satanás. La teología patrística evidencia que el mal en el mundo proviene del diablo. El diablo fue creado por Dios como un ángel, y como tal era libre y en su calidad de ente libre escogió oponerse al plan de Dios. En síntesis, el diablo es un ángel caído. Satanás no es malo por naturaleza o en esencia, (ya que como dijimos antes fue creado por Dios y Dios no crea seres malignos) sino que el es maligno por su voluntad y sus obras. En Satanás no hay verdad en absoluto; él es falsedad absoluta y decepción. Satanás no es sólo una negación o suspensión del bien, sino una fuerza positiva con libre albedrío que siempre escoge el mal. El diablo tiene la habilidad de reconocer el poder divino, como la cualidad de reconocer a Cristo como el Hijo de Dios (Mt 4:1-11; Lc 4:1-3). Satanás tiene bajo su dirección legiones y aquellos poderes invisibles, que sostienen sus propias enseñanzas erróneas (“satánicas”). El diablo y los espíritus malignos saben que Dios existe y reconocen lo que es verdadero y consagrado, así como también los cristianos de vida santa y ejemplar disciernen los planes del diablo. El diablo, sin embargo, constantemente emplea distintos métodos de decepción para esclavizar a cada hombre (según sus características personales) y someterlo a las fuerzas satánicas que lo llevarán a rebelarse contra los planes de Dios. El Demonio es la fuente de corrupción y desorden, él es un poder parasitario en el mundo (a diferencia del Poder de Dios que es en esencia creativo) y será finalmente destruido por Dios en los últimos días. “y dado a que no existe ningún compromiso entre Dios y el diablo, la lucha continuará hasta el final “.
La doctrina Ortodoxa sobre Dios sostiene que Él es eterno, increado e incorporal y que todas las otras criaturas, visibles e invisibles, fueron creadas gratuitamente por Dios. En cambio el poder del diablo será destruido finalmente por la fuerza de la Resurrección y la renovación de la Creación. La salvación de todo mal se logrará sólo por la aceptación libre y obediente a Dios y Su plan. Este mundo (para el hombre) es un campo de batalla entre la elección del bien y del mal. Debe señalarse que en el mundo no hay nada, que como creación de Dios, sea malo. Lo que es malo lo es precisamente por influencia del poder satánico, el cual será (también puede decirse “ya fue”) destruido por el poder de la cruz y la resurrección de Cristo.
La Tradición Ortodoxa de Exorcizar
Después de hacer este breve paneo sobre la doctrina de Satanás en la Iglesia Ortodoxa, es indispensable proceder a hablar sobre el método de rechazar y exorcizar los poderes del mal. En el Nuevo Testamento podemos ver claramente como Cristo mandó a sus Apóstoles a sanar y "expulsar los demonios" (Mt 10:8, Lc 10:17-20). El propio Cristo expulsa a menudo a los demonios de los poseídos (Mc 1:23-27; Lc 4:33-35, 9:43; Mt 10:1; Mc 16:17; Mt 7:22). El Nuevo Testamento, sin embargo, rechaza los usos populares de encantaciones mágicas y ritos para exorcizar los poderes satánicos de las personas, porque ellos se aprovechan de una religiosidad de raíz supersticiosa (Hch. 19:13).
En el nombre de Cristo, uno puede expulsar demonios y destruir los poderes del maligno (Mat. 10:8). Los Padres de la Iglesia aceptaron esta doctrina; el Mártir Justino sostenía “que en el nombre de Cristo, el Hijo de Dios que fue crucificado y subió de nuevo a los Cielos, cada demonio que se exorciza es derrotado y sometido” (La Biblioteca de los Padres griegos y Escritores de la Iglesia, Atenas; Apostolike Diakonia 1955, Vol. 3, pp. 288-89). Los poderes satánicos son aniquilados por el poder de la cruz y el nombre de Cristo, por tal razón las persona y/u objetos poseídos por los demonios, cuando son exorcizados en el nombre del Dios viviente, se libran de la posesión del mal. La evidencia sobre el pensamiento patrístico sobre la creencia en la posesión y expulsión del demonio por el poder de la palabra de Dios es abundante. (Ignacio, Epístolas a los Filipenses 3 y 12; de “La biblioteca de los Padres griegos y Escritores de la Iglesia”, Vol. 2, pág. 333 y 336; Clemente de Alejandría, Stromata 4:14; de “La Biblioteca...”, Vol 8, pág. 82; Origenes contra Celsus, 6:44; de “La Biblioteca...”, Vol. 10, pág. 93).
La posesión demoníaca de individuos e incluso de objetos, ha sido aceptada por la Iglesia Ortodoxa; durante el Sacramento de Bautismo también se practica un exorcismo, así como también se realizan exorcismos algo más específicos en el caso de personas poseídas. En la Iglesia primitiva los exorcismos se administraban a través de personas especialmente entrenadas y designadas para orar, con el objeto de echar fuera el mal de aquellos cristianos bautizados. Desde el siglo IV el lugar del exorcista, así como otras funciones y ministerios, fueron asumidas por el sacerdote. Los exorcismos son oraciones que invocan a Dios con el objetivo expreso de expeler a los espíritus malignos. El sacerdote ora para extirpar todo mal, como ser: el espíritu de error, de idolatría, de codicia, de ira y cada acto impuro que se sustenta en las enseñanzas de Satanás. La renuncia al demonio durante el Rito de Bautismo es la práctica usual en cada bautismo que se realiza en la Iglesia Ortodoxa. También aprovecharemos estas líneas para hablar sobre el particular Rito de la Vaskania, como forma de exorcismo.
La Vaskania
El exorcismo de poderes satánicos también es realizado por la Iglesia Ortodoxa en otros ritos, como por ejemplo en el del popularmente conocido “mal de ojo” (vaskania).
La Vaskania simplemente es un fenómeno que es aceptado por las personas primitivas como un hecho casi natural. Muchos sostienen que ciertas personas tienen tales sentimientos poderosos de celos y envidia que cuando ellos reparan en algún objeto bonito o individuo, traen consigo alguna forma de destrucción. La vaskania es reconocida por la Iglesia Ortodoxa como los celos y envidia de algunas personas por cosas que ellos no poseen, como ser: la belleza, la juventud, la valentía o cualquier otra bendición. La Iglesia rechazó la idea de la Vaskania esencialmente como contradictorio con el concepto de Providencia Divina. Las oraciones de la Iglesia para apartar el mal de ojo son, sin embargo, un reconocimiento silencioso a este fenómeno de sentimiento mórbido de envidia por parte de algunas personas. La Iglesia prohíbe a las personas que vayan a "curanderos" u otros individuos para el uso de rituales mágicos a fin de superar el llamado mal de ojo. Estos curanderos, muy frecuentemente, se aprovechan de la debilidad de personas supersticiosas, o de aquellas que por desgracias de la vida se hallan psicológicamente y espiritualmente desolados, con el objeto de destruirlos espiritualmente, psicológicamente y financieramente jugando con la imaginación “del cliente”con el fin de cumplir sus objetivos.
Existe también un rito secreto realizado por personas supersticiosas para apartar el mal de ojo, rito que se inclina más a la magia que a una práctica cristiana. Aunque la Iglesia anima incluso a los laicos para orar y exorcizar el mal, rechaza las prácticas mágicas y sus ritos paganos. Este rito hermético antes mencionado es descrito por muchos de la siguiente forma: "El exorcista (no es un sacerdote sino una mujer vieja) prepara una redoma de aceite verde de oliva y un vaso pequeño de agua. Ella mete un dedo en el aceite, lo friega en una señal de la Cruz en la frente de la víctima y permite que una gota caiga sobre el agua; ella repite el proceso, y continúa haciendo una cruz en la frente, otra en la barbilla y otras sobre ambas mejillas. Si el diablo está de hecho presente, las cuatro gotas de aceite que cayeron sobre el agua se unirán para formar la figura del elipsoide de un ojo. El ritual requiere la lectura de oraciones y entonces se volverá a repetir el ritual de las cuatro señales de la Cruz; hasta que las gotas de aceite no se unan en el agua, sino que se dispersarán."
La posesión de individuos por el diablo y la existencia de poderes demoníacos, así como también la liberación de éstos en el nombre de Cristo se evidencia frecuentemente en el Nuevo Testamento (Hch 3:2-8, 9:32-42; 20:7-12; Mt 10:8; Mc 16:17-18). La Iglesia, continúa en sus ritos litúrgicos, lo que Cristo promulgó en Su ministerio; por tal motivo la Iglesia reconoce la influencia del mal y lo rechaza en el nombre de Cristo a través de múltiples oraciones y ayunos. Las oraciones de exorcismo en la Iglesia antigua fueron ofrecidas por exorcistas que podían ser laicos. Esto se evidencia en las oraciones primitivas que han sobrevivido; a partir del siglo IV el ministerio del exorcista es cumplido por el sacerdote.
Las Oraciones ortodoxas de Exorcismo
Todos los libros de oraciones Ortodoxos incluyen las oraciones de exorcismo usadas por los sacerdotes para luchar contra el poder del mal. El Libro Ortodoxo de Oraciones (Eucologion) incluye tres oraciones de exorcismo por San Basilio y otras cuatro por San Juan Crisóstomos. En ellos se leen "para aquellos que padecen posesiones demoníacas y cualquier otra enfermedad" A través de estas oraciones a las cuales hemos hecho referencia, el diablo es exorcizado (rechazado). Las grandes enfermedades y padecimientos sufridos por la Humanidad a través de toda su historia son atribuidos a Satanás y su poder, el cual al haber engañado a nuestros padres Adán y Eva, hizo entrar la muerte y el dolor al mundo, frustrando en el hombre la felicidad para lo cual Dios, en su infinita bondad, lo creó.
Desde el punto de vista teológico Ortodoxo, las siguientes personas pueden ser consideradas exorcistas:
1. Ante todo Cristo, quién es por excelencia, “el exorcista”, puesto que es Él quién ganó la victoria sobre el poder oscuro del demonio.
2. Los sacerdotes en la celebración de los Santos Sacramentos y a través de la prédica de la palabra de Dios siguiendo el ejemplo de Cristo..
3. Todos los cristianos Ortodoxos son exorcistas, pero sólo cuando se esfuerzan en la lucha contra el pecado personal y el mal social; en síntesis: "la Iglesia entera, ya sea en su pasado, presente y futuro, cumple con la tarea de un exorcista, es decir: desterrar el pecado, el mal, la injusticia, la muerte espiritual y el demonio de la vida de la humanidad"
Todas las oraciones de sanación y exorcismo compuestos por los Padres de la Iglesia y en uso desde el siglo III, empiezan con la declaración solemne: “En Tu Nombre, Oh Señor...” (El exorcismo y los Exorcistas en la Tradición Ortodoxa griega, 10 de marzo de 1974.)
En resumen, en las cuatro oraciones de exorcismo de San Juan Crisóstomos, y las otras tres de San Basilio, se increpan a los demonios en el nombre de Dios para liberar a los poseídos de la cautividad de Satanás. Algunos pueden sanarse por la fe acompañada por el ayuno y la purificación. El uso del exorcismo debe hacerse con discreción y con gran cuidado.
Para entender la visión Ortodoxa sobre la práctica de exorcismo, uno debe conocer los presupuestos teológicos ortodoxos acerca del mal y su doctrina sobre Satanás. La teología patrística evidencia que el mal en el mundo proviene del diablo. El diablo fue creado por Dios como un ángel, y como tal era libre y en su calidad de ente libre escogió oponerse al plan de Dios. En síntesis, el diablo es un ángel caído. Satanás no es malo por naturaleza o en esencia, (ya que como dijimos antes fue creado por Dios y Dios no crea seres malignos) sino que el es maligno por su voluntad y sus obras. En Satanás no hay verdad en absoluto; él es falsedad absoluta y decepción. Satanás no es sólo una negación o suspensión del bien, sino una fuerza positiva con libre albedrío que siempre escoge el mal. El diablo tiene la habilidad de reconocer el poder divino, como la cualidad de reconocer a Cristo como el Hijo de Dios (Mt 4:1-11; Lc 4:1-3). Satanás tiene bajo su dirección legiones y aquellos poderes invisibles, que sostienen sus propias enseñanzas erróneas (“satánicas”). El diablo y los espíritus malignos saben que Dios existe y reconocen lo que es verdadero y consagrado, así como también los cristianos de vida santa y ejemplar disciernen los planes del diablo. El diablo, sin embargo, constantemente emplea distintos métodos de decepción para esclavizar a cada hombre (según sus características personales) y someterlo a las fuerzas satánicas que lo llevarán a rebelarse contra los planes de Dios. El Demonio es la fuente de corrupción y desorden, él es un poder parasitario en el mundo (a diferencia del Poder de Dios que es en esencia creativo) y será finalmente destruido por Dios en los últimos días. “y dado a que no existe ningún compromiso entre Dios y el diablo, la lucha continuará hasta el final “.
La doctrina Ortodoxa sobre Dios sostiene que Él es eterno, increado e incorporal y que todas las otras criaturas, visibles e invisibles, fueron creadas gratuitamente por Dios. En cambio el poder del diablo será destruido finalmente por la fuerza de la Resurrección y la renovación de la Creación. La salvación de todo mal se logrará sólo por la aceptación libre y obediente a Dios y Su plan. Este mundo (para el hombre) es un campo de batalla entre la elección del bien y del mal. Debe señalarse que en el mundo no hay nada, que como creación de Dios, sea malo. Lo que es malo lo es precisamente por influencia del poder satánico, el cual será (también puede decirse “ya fue”) destruido por el poder de la cruz y la resurrección de Cristo.
La Tradición Ortodoxa de Exorcizar
Después de hacer este breve paneo sobre la doctrina de Satanás en la Iglesia Ortodoxa, es indispensable proceder a hablar sobre el método de rechazar y exorcizar los poderes del mal. En el Nuevo Testamento podemos ver claramente como Cristo mandó a sus Apóstoles a sanar y "expulsar los demonios" (Mt 10:8, Lc 10:17-20). El propio Cristo expulsa a menudo a los demonios de los poseídos (Mc 1:23-27; Lc 4:33-35, 9:43; Mt 10:1; Mc 16:17; Mt 7:22). El Nuevo Testamento, sin embargo, rechaza los usos populares de encantaciones mágicas y ritos para exorcizar los poderes satánicos de las personas, porque ellos se aprovechan de una religiosidad de raíz supersticiosa (Hch. 19:13).
En el nombre de Cristo, uno puede expulsar demonios y destruir los poderes del maligno (Mat. 10:8). Los Padres de la Iglesia aceptaron esta doctrina; el Mártir Justino sostenía “que en el nombre de Cristo, el Hijo de Dios que fue crucificado y subió de nuevo a los Cielos, cada demonio que se exorciza es derrotado y sometido” (La Biblioteca de los Padres griegos y Escritores de la Iglesia, Atenas; Apostolike Diakonia 1955, Vol. 3, pp. 288-89). Los poderes satánicos son aniquilados por el poder de la cruz y el nombre de Cristo, por tal razón las persona y/u objetos poseídos por los demonios, cuando son exorcizados en el nombre del Dios viviente, se libran de la posesión del mal. La evidencia sobre el pensamiento patrístico sobre la creencia en la posesión y expulsión del demonio por el poder de la palabra de Dios es abundante. (Ignacio, Epístolas a los Filipenses 3 y 12; de “La biblioteca de los Padres griegos y Escritores de la Iglesia”, Vol. 2, pág. 333 y 336; Clemente de Alejandría, Stromata 4:14; de “La Biblioteca...”, Vol 8, pág. 82; Origenes contra Celsus, 6:44; de “La Biblioteca...”, Vol. 10, pág. 93).
La posesión demoníaca de individuos e incluso de objetos, ha sido aceptada por la Iglesia Ortodoxa; durante el Sacramento de Bautismo también se practica un exorcismo, así como también se realizan exorcismos algo más específicos en el caso de personas poseídas. En la Iglesia primitiva los exorcismos se administraban a través de personas especialmente entrenadas y designadas para orar, con el objeto de echar fuera el mal de aquellos cristianos bautizados. Desde el siglo IV el lugar del exorcista, así como otras funciones y ministerios, fueron asumidas por el sacerdote. Los exorcismos son oraciones que invocan a Dios con el objetivo expreso de expeler a los espíritus malignos. El sacerdote ora para extirpar todo mal, como ser: el espíritu de error, de idolatría, de codicia, de ira y cada acto impuro que se sustenta en las enseñanzas de Satanás. La renuncia al demonio durante el Rito de Bautismo es la práctica usual en cada bautismo que se realiza en la Iglesia Ortodoxa. También aprovecharemos estas líneas para hablar sobre el particular Rito de la Vaskania, como forma de exorcismo.
La Vaskania
El exorcismo de poderes satánicos también es realizado por la Iglesia Ortodoxa en otros ritos, como por ejemplo en el del popularmente conocido “mal de ojo” (vaskania).
La Vaskania simplemente es un fenómeno que es aceptado por las personas primitivas como un hecho casi natural. Muchos sostienen que ciertas personas tienen tales sentimientos poderosos de celos y envidia que cuando ellos reparan en algún objeto bonito o individuo, traen consigo alguna forma de destrucción. La vaskania es reconocida por la Iglesia Ortodoxa como los celos y envidia de algunas personas por cosas que ellos no poseen, como ser: la belleza, la juventud, la valentía o cualquier otra bendición. La Iglesia rechazó la idea de la Vaskania esencialmente como contradictorio con el concepto de Providencia Divina. Las oraciones de la Iglesia para apartar el mal de ojo son, sin embargo, un reconocimiento silencioso a este fenómeno de sentimiento mórbido de envidia por parte de algunas personas. La Iglesia prohíbe a las personas que vayan a "curanderos" u otros individuos para el uso de rituales mágicos a fin de superar el llamado mal de ojo. Estos curanderos, muy frecuentemente, se aprovechan de la debilidad de personas supersticiosas, o de aquellas que por desgracias de la vida se hallan psicológicamente y espiritualmente desolados, con el objeto de destruirlos espiritualmente, psicológicamente y financieramente jugando con la imaginación “del cliente”con el fin de cumplir sus objetivos.
Existe también un rito secreto realizado por personas supersticiosas para apartar el mal de ojo, rito que se inclina más a la magia que a una práctica cristiana. Aunque la Iglesia anima incluso a los laicos para orar y exorcizar el mal, rechaza las prácticas mágicas y sus ritos paganos. Este rito hermético antes mencionado es descrito por muchos de la siguiente forma: "El exorcista (no es un sacerdote sino una mujer vieja) prepara una redoma de aceite verde de oliva y un vaso pequeño de agua. Ella mete un dedo en el aceite, lo friega en una señal de la Cruz en la frente de la víctima y permite que una gota caiga sobre el agua; ella repite el proceso, y continúa haciendo una cruz en la frente, otra en la barbilla y otras sobre ambas mejillas. Si el diablo está de hecho presente, las cuatro gotas de aceite que cayeron sobre el agua se unirán para formar la figura del elipsoide de un ojo. El ritual requiere la lectura de oraciones y entonces se volverá a repetir el ritual de las cuatro señales de la Cruz; hasta que las gotas de aceite no se unan en el agua, sino que se dispersarán."
La posesión de individuos por el diablo y la existencia de poderes demoníacos, así como también la liberación de éstos en el nombre de Cristo se evidencia frecuentemente en el Nuevo Testamento (Hch 3:2-8, 9:32-42; 20:7-12; Mt 10:8; Mc 16:17-18). La Iglesia, continúa en sus ritos litúrgicos, lo que Cristo promulgó en Su ministerio; por tal motivo la Iglesia reconoce la influencia del mal y lo rechaza en el nombre de Cristo a través de múltiples oraciones y ayunos. Las oraciones de exorcismo en la Iglesia antigua fueron ofrecidas por exorcistas que podían ser laicos. Esto se evidencia en las oraciones primitivas que han sobrevivido; a partir del siglo IV el ministerio del exorcista es cumplido por el sacerdote.
Las Oraciones ortodoxas de Exorcismo
Todos los libros de oraciones Ortodoxos incluyen las oraciones de exorcismo usadas por los sacerdotes para luchar contra el poder del mal. El Libro Ortodoxo de Oraciones (Eucologion) incluye tres oraciones de exorcismo por San Basilio y otras cuatro por San Juan Crisóstomos. En ellos se leen "para aquellos que padecen posesiones demoníacas y cualquier otra enfermedad" A través de estas oraciones a las cuales hemos hecho referencia, el diablo es exorcizado (rechazado). Las grandes enfermedades y padecimientos sufridos por la Humanidad a través de toda su historia son atribuidos a Satanás y su poder, el cual al haber engañado a nuestros padres Adán y Eva, hizo entrar la muerte y el dolor al mundo, frustrando en el hombre la felicidad para lo cual Dios, en su infinita bondad, lo creó.
Desde el punto de vista teológico Ortodoxo, las siguientes personas pueden ser consideradas exorcistas:
1. Ante todo Cristo, quién es por excelencia, “el exorcista”, puesto que es Él quién ganó la victoria sobre el poder oscuro del demonio.
2. Los sacerdotes en la celebración de los Santos Sacramentos y a través de la prédica de la palabra de Dios siguiendo el ejemplo de Cristo..
3. Todos los cristianos Ortodoxos son exorcistas, pero sólo cuando se esfuerzan en la lucha contra el pecado personal y el mal social; en síntesis: "la Iglesia entera, ya sea en su pasado, presente y futuro, cumple con la tarea de un exorcista, es decir: desterrar el pecado, el mal, la injusticia, la muerte espiritual y el demonio de la vida de la humanidad"
Todas las oraciones de sanación y exorcismo compuestos por los Padres de la Iglesia y en uso desde el siglo III, empiezan con la declaración solemne: “En Tu Nombre, Oh Señor...” (El exorcismo y los Exorcistas en la Tradición Ortodoxa griega, 10 de marzo de 1974.)
En resumen, en las cuatro oraciones de exorcismo de San Juan Crisóstomos, y las otras tres de San Basilio, se increpan a los demonios en el nombre de Dios para liberar a los poseídos de la cautividad de Satanás. Algunos pueden sanarse por la fe acompañada por el ayuno y la purificación. El uso del exorcismo debe hacerse con discreción y con gran cuidado.
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