Primer Exorcismo
Sacerdote: Roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad
Sacerdote: El Señor te ordena, Oh Demonio, el Señor que vino al mundo y habitó en medio de los hombres para destruir tu tiranía y librarlos de ella; Él, que, cuando estaba en la Cruz, triunfó de las fuerzas enemigas, dejando el sol de dar su luz temblando la tierra y resucitando los cuerpos de los santos. Él, que, con su muerte, venció la muerte y aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, a ti, Oh demonio. Te conjuro por Aquél que caminó por las olas del mar como por tierra firme, que ordena el desenlace de los vientos, cuya mirada derrumba los abismos y cuya ira hace temblar las montañas. Es Él quien en este momento te ordena, por nuestro intermedio, que salgas, temas, te alejes de esta creatura y que nunca más te atrevas a ocultarte en ella ni ir a su encuentro, ni influenciaría, sea en horas de la noche o del día, por la mañana o al mediodía. Vuélvete al infierno hasta el día del gran Juicio. Teme a Dios, que está sentado sobre los Querubines, que mira los abismos y ante Quien estremecen los Ángeles, los Arcángeles, los Apóstoles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Legiones, las Potestades, los Querubines de muchos ojos y los Serafines de seis alas; ante Quien tiemblan el cielo, la tierra, el mar y todo lo que en ellos existe. Sal y apártate del soldado recién elegido y signado con el sello de Cristo nuestro Dios. Es por El mismo que yo te conjuro, a ti y todo tu poder y todos tus ángeles por el que va sobre las alas de los vientos y hace de las llamas de fuego sus mensajeros, pues es glorificado el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Segundo Exorcismo
Sacerdote: Roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad
Sacerdote: El Dios Santo, temible y glorioso, que es inescrutable en todas sus obras e incomprensible en todo su poder, que te ha destinado, Oh demonio, a la angustia del suplicio eterno, te ordena, por medio de nosotros sus indignos ministros, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, nuestro verdadero Dios, que te alejes, tú y todo el poder que te acompaña. Te conjuro, espíritu maligno, impuro, perverso y extraño con la autoridad de Jesucristo, que tiene todo poder en el cielo y en la tierra y que dijo al demonio sordo mudo: “Sal de este hombre y no habites más en él.” Aléjate y reconoce que tu poder es nulo, ya que no puedes dominar ni a las jaurías. Recuerda a Aquel que te ordenó, conforme a tu pedido, entrar en la manada de cerdos. Teme a Dios, por cuyo mandato la tierra ha sido estabilizada en medio de las aguas; Quien creó los cielos, levantó las montañas y extendió las planicies; Quien ha puesto la arena como limite de los mares y ha trazado rutas seguras sobre las profundas aguas; Quien toca a los montes y los hace humear y se reviste de luz como de un manto, y ha extendido los cielos como una tienda de campaña y ha cubierto de agua su parte superior Quien ha fundado la tierra sobre sus bases y no se desnivelará jamás; Quien llama las aguas de los mares y las vierte sobre la tierra. Sal y aléjate del que se prepara en este momento para la santa iluminación. Te conjuro por la Pasión salvadora de Nuestro Señor Jesucristo, por su Cuerpo Purísimo y por su Sangre Preciosa, por su temible segunda venida (parusía), porque vendrá sin duda a juzgar a toda la tierra y te castigará a ti y a las fuerzas que te apoyan con el fuego del infierno, precipitándote a las tinieblas exteriores, donde los gusanos carcomen sin cesar y donde el fuego nunca se extingue, porque el poder es de Cristo, nuestro Dios, y del Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Tercer Exorcismo
Sacerdote: Roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad
Sacerdote: Señor del Universo, Dios del pueblo fiel, que curas toda enfermedad y dolor, mira a tu siervo/a N.N, pruébalo, examínalo y aleja de él toda acción diabólica. Purifica la obra de tus manos, empleando tu eficaz operación, y abate a Satanás bajo sus pies y otórgale la victoria sobre los espíritus impuros, a fin de que amparado por tu misericordia sea digno de tus Misterios celestiales e inmortales y Te glorifique, Oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Cuarto Exorcismo
Sacerdote: Roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad
Sacerdote: Soberano Señor, que has creado al hombre a tu imagen y semejanza, que le has dado el poder de llegar a la vida eterna y que no lo abandonaste, después que cayó en pecado, sino que procuraste la salvación del mundo por la Encarnación de Tu Cristo; Tú Señor, después que hayas librado de la esclavitud a tu creatura, recíbelo en tu Reino celestial. Abre los ojos de su inteligencia para que la luz de tu Evangelio pueda brillar en él. Haz que durante la vida lo acompañe un Ángel de luz, que lo libre de todos los engaños del enemigo, del encuentro con el mal, del demonio del mediodía y de las ilusiones perversas.
El Sacerdote sopla tres veces y hace el signo de la Cruz sobre la boca, el pecho y la frente del que va a ser bautizado, diciendo:
Aparta de él todo espíritu malo e impuro, escondido y oculto en su corazón. El espíritu del error, de la maldad, de la idolatría y de la concupiscencia, el espíritu de la mentira y de toda impureza inspirada por la acción diabólica. Haz de él una oveja racional del santo rebaño de Tu Cristo, un miembro honorable de Tu Iglesia, un vaso de santidad, un hijo de la luz y heredero de tu Reino, para que, después de vivir según tus mandamientos, y de haber conservado intacta tu señal y su vestidura sin mancha, reciba la felicidad de tus santos en Tu Reino.
Por la gracia, la misericordia y el amor a la Humanidad de Tu Hijo Único, con Quien eres bendito Tu y Tu Santísimo Espíritu, que da vida, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Sacerdote: Roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad
Sacerdote: El Señor te ordena, Oh Demonio, el Señor que vino al mundo y habitó en medio de los hombres para destruir tu tiranía y librarlos de ella; Él, que, cuando estaba en la Cruz, triunfó de las fuerzas enemigas, dejando el sol de dar su luz temblando la tierra y resucitando los cuerpos de los santos. Él, que, con su muerte, venció la muerte y aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, a ti, Oh demonio. Te conjuro por Aquél que caminó por las olas del mar como por tierra firme, que ordena el desenlace de los vientos, cuya mirada derrumba los abismos y cuya ira hace temblar las montañas. Es Él quien en este momento te ordena, por nuestro intermedio, que salgas, temas, te alejes de esta creatura y que nunca más te atrevas a ocultarte en ella ni ir a su encuentro, ni influenciaría, sea en horas de la noche o del día, por la mañana o al mediodía. Vuélvete al infierno hasta el día del gran Juicio. Teme a Dios, que está sentado sobre los Querubines, que mira los abismos y ante Quien estremecen los Ángeles, los Arcángeles, los Apóstoles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Legiones, las Potestades, los Querubines de muchos ojos y los Serafines de seis alas; ante Quien tiemblan el cielo, la tierra, el mar y todo lo que en ellos existe. Sal y apártate del soldado recién elegido y signado con el sello de Cristo nuestro Dios. Es por El mismo que yo te conjuro, a ti y todo tu poder y todos tus ángeles por el que va sobre las alas de los vientos y hace de las llamas de fuego sus mensajeros, pues es glorificado el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Segundo Exorcismo
Sacerdote: Roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad
Sacerdote: El Dios Santo, temible y glorioso, que es inescrutable en todas sus obras e incomprensible en todo su poder, que te ha destinado, Oh demonio, a la angustia del suplicio eterno, te ordena, por medio de nosotros sus indignos ministros, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, nuestro verdadero Dios, que te alejes, tú y todo el poder que te acompaña. Te conjuro, espíritu maligno, impuro, perverso y extraño con la autoridad de Jesucristo, que tiene todo poder en el cielo y en la tierra y que dijo al demonio sordo mudo: “Sal de este hombre y no habites más en él.” Aléjate y reconoce que tu poder es nulo, ya que no puedes dominar ni a las jaurías. Recuerda a Aquel que te ordenó, conforme a tu pedido, entrar en la manada de cerdos. Teme a Dios, por cuyo mandato la tierra ha sido estabilizada en medio de las aguas; Quien creó los cielos, levantó las montañas y extendió las planicies; Quien ha puesto la arena como limite de los mares y ha trazado rutas seguras sobre las profundas aguas; Quien toca a los montes y los hace humear y se reviste de luz como de un manto, y ha extendido los cielos como una tienda de campaña y ha cubierto de agua su parte superior Quien ha fundado la tierra sobre sus bases y no se desnivelará jamás; Quien llama las aguas de los mares y las vierte sobre la tierra. Sal y aléjate del que se prepara en este momento para la santa iluminación. Te conjuro por la Pasión salvadora de Nuestro Señor Jesucristo, por su Cuerpo Purísimo y por su Sangre Preciosa, por su temible segunda venida (parusía), porque vendrá sin duda a juzgar a toda la tierra y te castigará a ti y a las fuerzas que te apoyan con el fuego del infierno, precipitándote a las tinieblas exteriores, donde los gusanos carcomen sin cesar y donde el fuego nunca se extingue, porque el poder es de Cristo, nuestro Dios, y del Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Tercer Exorcismo
Sacerdote: Roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad
Sacerdote: Señor del Universo, Dios del pueblo fiel, que curas toda enfermedad y dolor, mira a tu siervo/a N.N, pruébalo, examínalo y aleja de él toda acción diabólica. Purifica la obra de tus manos, empleando tu eficaz operación, y abate a Satanás bajo sus pies y otórgale la victoria sobre los espíritus impuros, a fin de que amparado por tu misericordia sea digno de tus Misterios celestiales e inmortales y Te glorifique, Oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Cuarto Exorcismo
Sacerdote: Roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad
Sacerdote: Soberano Señor, que has creado al hombre a tu imagen y semejanza, que le has dado el poder de llegar a la vida eterna y que no lo abandonaste, después que cayó en pecado, sino que procuraste la salvación del mundo por la Encarnación de Tu Cristo; Tú Señor, después que hayas librado de la esclavitud a tu creatura, recíbelo en tu Reino celestial. Abre los ojos de su inteligencia para que la luz de tu Evangelio pueda brillar en él. Haz que durante la vida lo acompañe un Ángel de luz, que lo libre de todos los engaños del enemigo, del encuentro con el mal, del demonio del mediodía y de las ilusiones perversas.
El Sacerdote sopla tres veces y hace el signo de la Cruz sobre la boca, el pecho y la frente del que va a ser bautizado, diciendo:
Aparta de él todo espíritu malo e impuro, escondido y oculto en su corazón. El espíritu del error, de la maldad, de la idolatría y de la concupiscencia, el espíritu de la mentira y de toda impureza inspirada por la acción diabólica. Haz de él una oveja racional del santo rebaño de Tu Cristo, un miembro honorable de Tu Iglesia, un vaso de santidad, un hijo de la luz y heredero de tu Reino, para que, después de vivir según tus mandamientos, y de haber conservado intacta tu señal y su vestidura sin mancha, reciba la felicidad de tus santos en Tu Reino.
Por la gracia, la misericordia y el amor a la Humanidad de Tu Hijo Único, con Quien eres bendito Tu y Tu Santísimo Espíritu, que da vida, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
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