Sacerdote: Dios mío, mi Salvador, Hijo de Dios viviente, llevado
por los querubines, que supera todo principio, todo poder y fuerza,
todo gobierno! Eres grande y temible para todos los que Te rodean, Tu
eres Aquel, quien con Su poderío extendió el cielo como un techo, creó
la tierra y gobierna sabiamente a todo el universo. Tu mueves la tierra
de su lugar, si le hablas al Sol, no amanecerá y a las estrellas les
limitas su brillo (Job 9:7). Tu le haces prohibiciones al mar y puedes
secarlo. Tus rocas se rompen y tiemblan las autoridades y los
gobernantes. Has derrumbado los portones de bronce y has roto las
cadenas de hierro. Has atado al fuerte y le has sustraído los
recipientes. Con Tu Cruz has destituido al torturador y con el anzuelo
de Tu transformación en el hombre has pescado a la
serpiente, atándola y encerrándola en la oscuridad del infierno.
Tu eres, Dios, un muro fuerte para todos los que se apoyan en Ti, haz que se retiren, que desaparezcan corriendo todas las artimañas diabólicas, intrigas de Satanás, todas las calumnias del enemigo. Y aleja de esta casa a todos los espíritus opresores y atormentadores, también a los que rondan esta vivienda. Protege a todos los que evocan Tu Nombre Santo y a los que llevan una señal temible para los demonios: la señal de Tu Cruz. Porque Tu fuiste, Oh, Dios, quien había ahuyentado una legión de demonios y al sordomudo liberaste del yugo del demonio, exigiéndole que no vuelva a el nunca más. Has destruido el ejercito de nuestros enemigos invisibles y a los fieles y a los que te buscan has hecho más sabios, diciéndoles: “Les entrego el poder de pisar a las serpientes, y a los escorpiones y a todas las fuerzas enemigas sin que algo los pudiera dañar” (Luc. 10:19).
Cuídalos, Oh, Señor, a todos los que viven en esta casa, de cualquier daño o tentación, de los horrores de la noche, de la flecha que vuela de día, de la úlcera que viene de las tinieblas, del contagio que arrasa al mediodía. Para que todos Tus siervos y siervas, junto a los niños, alegres a causa de Tu ayuda y asistidos por el ejercito de los ángeles, Te canten todos juntos: “Si Dios es mi ayuda, no voy a temer, porque ¿que es lo que me puede hacer un hombre?” Y además: “No tendré miedo del mal, porque Tu estás conmigo.”
Porque Tu, Oh Dios, eres mi consolidación. Tu eres el Amo fuerte, Príncipe del mundo, el Padre de los siglos futuros. Tu Reino es el Reino eterno. Y Te cantamos gloria con Tu Padre eterno y tu Espíritu Santo, hoy y para siempre, y por siglos de los siglos, amén.
Tu eres, Dios, un muro fuerte para todos los que se apoyan en Ti, haz que se retiren, que desaparezcan corriendo todas las artimañas diabólicas, intrigas de Satanás, todas las calumnias del enemigo. Y aleja de esta casa a todos los espíritus opresores y atormentadores, también a los que rondan esta vivienda. Protege a todos los que evocan Tu Nombre Santo y a los que llevan una señal temible para los demonios: la señal de Tu Cruz. Porque Tu fuiste, Oh, Dios, quien había ahuyentado una legión de demonios y al sordomudo liberaste del yugo del demonio, exigiéndole que no vuelva a el nunca más. Has destruido el ejercito de nuestros enemigos invisibles y a los fieles y a los que te buscan has hecho más sabios, diciéndoles: “Les entrego el poder de pisar a las serpientes, y a los escorpiones y a todas las fuerzas enemigas sin que algo los pudiera dañar” (Luc. 10:19).
Cuídalos, Oh, Señor, a todos los que viven en esta casa, de cualquier daño o tentación, de los horrores de la noche, de la flecha que vuela de día, de la úlcera que viene de las tinieblas, del contagio que arrasa al mediodía. Para que todos Tus siervos y siervas, junto a los niños, alegres a causa de Tu ayuda y asistidos por el ejercito de los ángeles, Te canten todos juntos: “Si Dios es mi ayuda, no voy a temer, porque ¿que es lo que me puede hacer un hombre?” Y además: “No tendré miedo del mal, porque Tu estás conmigo.”
Porque Tu, Oh Dios, eres mi consolidación. Tu eres el Amo fuerte, Príncipe del mundo, el Padre de los siglos futuros. Tu Reino es el Reino eterno. Y Te cantamos gloria con Tu Padre eterno y tu Espíritu Santo, hoy y para siempre, y por siglos de los siglos, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario