jueves, 28 de noviembre de 2013

San Cipriano de Cartago.‏



"Danos hoy nuestro pan de cada día."
 
Y esto puede ser entendido espiritualmente y literalmente, porque cualquier forma de entendimiento es rico en uso divino para nuestra salvación.
 
Porque Cristo es el pan de la vida; y este pan no le pertenece a todos los hombres, pero es nuestro. 
 
Y de acuerdo a lo que decimos, "Padre Nuestro," porque Él es el Padre de todos aquellos que entienden y creen; así también nosotros le llamamos "nuestro pan," porque Cristo es el pan de aquellos que están en unión con su cuerpo. 
 
Y nosotros pedimos que este pan se nos debería de dar diariamente, para que nosotros quienes estamos en Cristo, y diariamente recibimos la Eucaristía como la comida de la salvación, no podamos, por la interposición de algún monstruoso pecado, ser prevenidos, o impedidos de no poder comunicarnos, de participar del pan celestial, de ser separados del Cuerpo de Cristo, como El mismo lo predice y advierte, "Yo soy el pan de la vida que ha venido del Cielo. 
 
Si algún hombre come de mi carne, vivirá para siempre;" como es manifestado que aquellos que reciben participan de su cuerpo y reciben la Eucaristía viven por el derecho de la comunión, así, por otra parte, tenemos que temer y rezar, no sea que alguien, quien siendo exento de la comunión, esté separado del cuerpo de Cristo y pueda permanecer a distancia de la salvación; como Él mismo amenaza, y dice: "A menos que ustedes coman de la carne del Hijo del hombre, y beban de su sangre, ustedes no tendrán vida en ustedes."
 
Y por eso nosotros pedimos que nuestro pan - o sea Cristo - nos pueda ser dado diariamente, para que nosotros los que permanecemos y vivimos en Cristo no nos alejemos de su santificación y de su cuerpo.

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