Los
orígenes de la liturgia etíope son casi completamente desconocidos. El
cristianismo llegó en el siglo IV al antiguo reino de Axum y tomó cuerpo
gracias a misioneros coptos y sirios (Frumencio o Abba Salam). Aunque
está bajo la jurisdicción directa del patriarcado copto de Alejandría
(en 1951, el primer arzobispo etíope; en 1959, el primer
patriarca-katholikos etíope), la liturgia no es puramente copta, a causa
del influjo de los misioneros provenientes del imperio bizantino (los
nueve santos romanos de Siria o del Asia Menor, hacia el 500); no faltan
influjos jerosolimitanos, e incluso armenios.
La
mayor parte de los documentos litúrgicos antiguos fueron destruidos por
el rey Anida-Sion (1314-1344), y el resto se perdieron durante la
invasión islámica de Ahmad-Ibn-Ibrặhimal Gặzis
(1531-1543). La lengua litúrgica es el ge'ez de origen sud-arábico, que
en la época
moderna se subdivide en dos dialectos principales: amhara y tigrinia;
en el ambiente de ciudad se comienza a usar tímidamente el amhárico. La
organización de la liturgia actual se sitúa entre los siglos XIV-XVI,
cuando se introdujeron numerosas costumbres inspiradas en el judaísmo y
en el AT (en Etiopía existe una antigua y numerosa colonia de hebreos
falashá). Era también el tiempo de las grandes invasiones islámicas: la
Etiopía cristiana fue rodeada por sultanatos. Los Negus comenzaron a
revalorizar el mito de la dinastía salomónica y a llevar el sobrenombre
de la casa de Israel. Se introdujo la procesión con el arca de la
alianza con siete vueltas en torno a la iglesia, al son bíblico de los
címbalos; las fiestas de los santos del AT; la práctica de la
circuncisión antes del bautismo. El tipo arquitectónico de la iglesia
etíope es de planta central y recuerda el santo sepulcro o la mezquita
de la roca de Jerusalén; en el centro
hay un templete con el altar (maqdas), donde reposa un tabernáculo
(tabot) que recuerda el arca de la alianza.
Para
la celebración eucarística se conocen 20 anáforas; pero sólo se usan
14, y han sido publicadas en inglés Algunas son de origen sirio,
introducidas probablemente por los monjes sirios de Egipto; dos son una
reelaboración de la Traditio apostolica y del Testamentum Domini. Todas
las anáforas en la actual praxis están precedidas por un oficio largo y
complicado (preanáfora), típico de la tradición etíope: recitaciones de
seis salmos, oraciones de purificación para los celebrantes y vasos
sagrados, larga oración de absolución, prótesis de los dones. Con la
enarxis (comienzo) sigue la liturgia de los catecúmenos, con repetidas
incensaciones y letanías; Trisagion, cuatro lecturas (epístolas
paulinas, epístolas católicas, Hechos,
evangelio). La ceremonia del evangelio es particularmente movida:
solemne procesión de los ministros con el evangeliario, diálogo de los
ministros entre sí en alabanza de la Trinidad por el don del evangelio,
bendición de los cuatro puntos cardinales con el libro, canto del
evangelio; al final, veneración del evangeliario por parte de todos.
Siguen letanías, una larga fórmula de credo, lavatorio, beso de la paz y
anáfora. Las palabras de la institución y de la epíclesis son diversas
en cada anáfora. Para celebrar son absolutamente necesarios tres
sacerdotes y dos diáconos, por lo que el clero etiópico es numerosísimo.
Es
del todo característico el uso de dos anáforas marianas: una común,
llamada de Abba Giyorgis, y otra especial, llamada Qirqos o Ciriaco de
Bahnesặ,
que comienza con las palabras dulce perfume. Criterios literarios
internos (lengua, pasajes en versos poéticos) hacen pensar que estas
anáforas son una creación exclusivamente etíope, fruto de una teología
tardía, que intenta de un modo audaz asociar a María al sacrificio de
Cristo. Sus raíces espirituales deben buscarse en el amor por la
tipología bíblica,
en los apócrifos y en el influjo del monacato. La literatura mariana
litúrgica y paralitúrgica es incomparablemente abundante y rica, aunque
no muy conocida. La popularidad de Mario entre los fieles viene sin duda
de la liturgia. El pueblo se saluda con expresiones litúrgicas como
¡María te ama! En el oficio cotidiano hay una larga parte ocupada por
los Salặm (paz), himnos de saludo a María.
La
liturgia etíope, nacida de un tronco mixto
alejandrino-sirio-jerosolimitano, es exquisitamente popular y africana
(uso del sonido rítmico del tambor, del Bistro, de la danza sagrada).
Tiene una urgente necesidad de ser reformada. El emperador Hailé
Selassié comenzó a imponer una reforma, interrumpida de momento por la
caída de la monarquía.
Hay
en curso una reanudación, en medio de difíciles condiciones
socioculturales. Sin embargo, esta liturgia sigue siendo un ejemplo de
cómo un rito oriental, trasplantado al contexto cultural africano, puede
desarrollarse con rasgos de genio autóctono.
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