El camino que toma la respiración para llegar al corazón...
Cuando allí llegue verás la alegría subsiguiente, no tendrás nada que lamentar.
Nicéforo, el Solitario, s. XIII
La
Iglesia es el medio particular de las Energías increadas que el
Espíritu Santo comunica al mundo: la Iglesia es la revelación
incorporada y activa de Dios en la humanidad de los que la aceptan por
la fe. Es como la extensión de la Encarnación. Es el Cuerpo místico del
Cristo en el cual la Revelación lleva sus frutos, según la expresión de
San Basilio el Grande.
Es
en la Iglesia, bajo la forma de la Iglesia, que la Revelación divina
realiza su obra de santificación y de salvación y, con ese fin,
manifiesta su potencia.
Por
el Espíritu Santo que habita en el Cristo y en la Iglesia, el Señor
continúa ejerciendo su potencia en la Iglesia, no sólo por palabras,
sino por acciones directas, en particular, ejerce su potencia por los
sacramentos, las liturgias y su respuesta fiel a las plegarias de la
Iglesia.
La
Iglesia mantiene su lazo con el Cristo por la fe que se manifiesta en
la plegaria: plegaria para la curación de las enfermedades, para la
protección contra los enemigos, para el éxito de todo lo que es bueno,
para la iluminación del espíritu, para una vida sin pecado, para la
salvación.
Los
fieles vienen a la Iglesia para invocar, por sus oraciones y por" las
oraciones del presbítero, la ayuda de Dios en todas sus necesidades.
Invitan al presbítero a su casa para que ruegue por ellos.[...] En la
oración, el alma pierde su rigidez, se hace sensible, receptiva, abierta
a la energía de Dios.
La
Iglesia es el lugar y la forma de la potencia de Dios que perpetuamente
actúa entre los hombres y en ellos porque es el lugar de la oración. La
oración solicita la acción de Dios y Dios actúa gracias a la oración.
La
Iglesia es el lugar del encuentro sensible entre nuestra oración y la
potencia de Dios. EI sentido de la oración en la Iglesia ortodoxa seria
incomprensible sin esta confianza en la fuerza del Cristo que opera por
el Espíritu a través de los miembros de la Iglesia.
Tanto
la oración por la cual se pide la acción de Dios como la respuesta
divina son obra del Espíritu. La Iglesia constituye el campo de
operaciones del Espíritu, el lugar donde se realiza la salvación.
Hay
que recordar que la oración de los creyentes en sus casas y en
cualquier lugar son también oraciones en la Iglesia, porque la Iglesia
está allí donde se encuentra uno de sus miembros.
La
oración implica una salvación que se realiza en sinergia. La Iglesia
aparece así como la comunidad orante de los que saben que por la oración
reciben la potencia transformadora y salvadora del Cristo, de los que
se hicieron sensibles a esta potencia y son capaces de experimentarla.
La
oración es la teología más completa, la teología conducida a su fin. La
oración no es una especulación sobre Dios o sobre la fe, es la
experiencia de Dios en la manifestación de su energía, que responde a la
oración y acrecienta en el hombre la sed de orar: se hace la
experiencia de la acción salvadora de Dios.
Si eres teólogo, oras en verdad,
y si oras en verdad, eres teólogo.
Evágrio eI Póntico, s. IV
EI
Espíritu despierta en los fieles un sentimiento de responsabilidad ante
Dios para la salvación de sus hermanos... Toda oración de la Iglesia y
sus miembros es una epiclesis que pide y recibe el Espíritu Santo como
potencia de Dios:
Rey del Cielo, Consolador, Espíritu de Verdad
Tú que estás presente en todas partes y que llenas todo;
Tesoro de bien y Donador de Vida,
ven y habita en nosotros.
Purifícanos de toda mancha
y salva nuestras almas, Tú que eres bondad.
Y
el Espíritu otorga una de sus energías increadas. Esto, porque esta
invocación se realiza en el único Cuerpo del Cristo y pide la potencia
del Espíritu del Cristo; y este Espíritu, animando el cuerpo místico,
distribuye a cada uno el don que le es necesario para sí, para el
fortalecimiento de la comunidad eclesial, para el enriquecimiento del
cuerpo místico del Cristo. EI Espíritu introduce en la profundidad del
hombre la energía divina que nos unifica en el Hijo y nos hace
participar de la relación del Hijo con el Padre. EI Espíritu que
recibimos con el Cuerpo y la Sangre del Señor nos hace "concorporales y
consanguíneos con el Cristo", nos integra en el Cuerpo y la Sangre
espiritualizados del Señor.
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