martes, 4 de noviembre de 2014

Oración Preparatoria para la Comunión...

Oración Preparatoria para la Comunión...


Acompaña las estrofas del Canon el verso:
Y –Gloria a Ti, Dios nuestro, gloria a Ti! , y a
las estrofas de la Madre de Dios: y–Santísima
Madre de Dios, Sálvanos.
-I-
Oh Señor misericordioso: que tu santo
Cuerpo sea para mí pan de vida eterna,
y tu honorable Sangre, defensa contra
numerosas enfermedades.
Oh Cristo, por haberme deshonrado
con obras indebidas, yo miserable, soy
indigno de tu inmaculado Cuerpo y tu
divina Sangre. Mas Tú, hazme digno de
recibirlos.

A la Madre de Dios

Oh Tierra buena y bendita, Novia de
Dios que hiciste germinar a la Espiga
no cultivada que salva al mundo:
hazme digno de ser salvado al comer
de Ella.
-III-
Oh Cristo, dame lágrimas que limpien
la inmundicia de mi corazón. Para que,
con conciencia purificada, me
aproxime con fe y temor a comulgar
tus divinos Dones, oh Señor.
Oh Benigno, que tu inmaculado
Cuerpo y tu divina Sangre se me
vuelvan perdón de las transgresiones,
participación del Espíritu Santo, Vida
eterna y erradicación de las pasiones y
de las tristezas.

A la Madre de Dios

Santísima, oh Mesa del Pan de vida,
Quien, por su misericordia, ha
descendido de las alturas y ha dado al
mundo la vida nueva: hazme digno a
mí, el indigno, de gustar con temor
este Pan y de vivir.
-IV-
Oh Misericordioso, te encarnaste por
nosotros deseando ser sacrificado, cual
un cordero, por los pecados de los
hombres. Por eso, te suplico que
borres también mis iniquidades.
Oh Señor, sana las heridas de mi alma,
santifica todo mi ser y hazme digno a
mí, miserable, de participar de tu Cena
mística y divina.

A la Madre de Dios

Oh Soberana, haz que se apiade de mí
el Nacido de tus entrañas, y
consérvame sin mancha e intachable a
mí, que te suplico; para que al ingerir
a la Perla espiritual, sea santificado.
-V-
Oh Cristo, que se haga en mí, tu
miserable siervo, lo que has dicho; que
permanezcas en mí como has
prometido; pues heme aquí, que como
tu divino Cuerpo y tomo tu preciosa
Sangre.
Oh Verbo de Dios y Dios, que la brasa
de tu Cuerpo se vuelva iluminación
para mí, que estoy oscurecido, y tu
preciosa Sangre, purificación para mi
profanada alma.

A la Madre de Dios

Oh María, Madre de Dios, morada
venerable del Incienso: hazme, por tus
oraciones, un vaso de elección para
que participe de los Dones santificados
de tu Hijo.
-VI-
Oh Salvador, santifica mi mente, alma,
corazón y cuerpo; y hazme digno, oh
Señor, de acercarme sin condenación,
a tus temibles Misterios.
Oh Cristo, al participar de tus
sagrados Misterios, hazme ajeno a las
pasiones, y que obtenga yo gracia y
protección en la vida.

A la Madre de Dios

Oh Verbo de Dios y Dios, Tú que eres
el Santo: por los ruegos de tu santa
Madre, santifícame ahora
enteramente, que me aproximo a tus
divinos Misterios.

Condaquio

Oh Cristo, no te apartes de mí, que
comulgo ahora tu divino Cuerpo y
Sangre; que mi participación en tus
Misterios inmaculados y temibles no
sea para mí, miserable, causa de juicio,
sino de Vida eterna.
-VII-
Oh Cristo, único bondadoso: que la
participación ahora de tus Misterios
inmortales sea para mí fuente de
bienes: luz, vida, sometimiento de las
pasiones y causa de crecimiento y
empeño en la virtud divina, para que te
glorifique.
Oh Amante de la humanidad, líbrame
de las pasiones, enemigos, apuros y de
toda tristeza, a mí que me aproximo
ahora a tus Misterios inmortales y
divinos con temor, anhelo y devoción
cantando: «¡Bendito eres Tú, oh Dios
de nuestros padres!»

A la Madre de Dios

Oh Agraciada por Dios, Tú que
inefablemente engendraste a Cristo el
Salvador: a ti, purísima, te ruego yo,
siervo inmundo, para que sea
purificado completamente de la
impureza del cuerpo y del espíritu, ya
que estoy por acercarme hacia los
inmaculados Misterios.
-VIII-
Oh Cristo Dios, Salvador mío, hazme
digno también a mí, que estoy
desesperado, de participar de tus
celestiales, temibles y santos Misterios,
y de tu Cena mística y divina.
Oh Bondadoso, refugiándome en tu
misericordia, te exclamo con temor:
Permanece en mí, oh Salvador, y yo en
Ti, como has dicho; heme aquí, que
confiando en tu piedad, como tu
Cuerpo y tomo tu Sangre.

A la Madre de Dios

Tiemblo al recibir el fuego por temor a
quemarme como cera o como hierba.
¡Qué misterio temible! ¡Qué
misericordia divina!: Yo, hechura de
barro, comulgo el divino Cuerpo y
Sangre, volviéndome incorrupto.
-IX-
¡Gustad y ved qué dulce es el Señor! El
que se hizo igual a nosotros para
nosotros, y que, una vez, se ofreció a sí
mismo como sacrificio ante el Padre,
siempre es sacrificado, santificando a
los que lo comulgan.
Oh generosísimo y misericordioso
Señor: al comulgar tus santos
Misterios, haz que me santifique,
ilumine y salve en cuerpo y alma; y que
me vuelva templo tuyo, para que mores
dentro de mí junto con el Padre y el
Espíritu.
Oh Salvador, que tu Cuerpo
inmaculado y tu preciosa Sangre sean
para mí fuego y luz, que hagan arder la
materia del pecado, quemen las
espinas de las pasiones e iluminen
todo mi ser, para que me postre ante
tu Divinidad.

A la Madre de Dios

Oh Soberana, de tu santa sangre Dios
se encarnó; por eso, todas las
generaciones te alaban, y las
multitudes de las potestades
angelicales te glorifican al ver
claramente que, por tu medio, el
Soberano de todo toma la esencia de
lo humano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario