martes, 4 de noviembre de 2014

Más palabras del Padre Paísios‏

El Anciano, como auténtico hombre de Dios, era firme y inamovible "en lo que aprendió y aceptó" (II Tim. 3, 14). Sabía y enseñaba "por la palabra y la acción" (Rom. 15, 18) que en las cuestiones de la fe no caben dudas, negociaciones ni concesiones. Tenía clara consciencia de que la mayor desgracia y el mayor peligro para el cristiano es negar su fe y dejarse llevar al error. Como sabemos, muchos hombres engañados y no reposados, incitados por su fama, acudían a conocerlo y a conversar con él de sus problemas existenciales. Es cierto que muchos de ellos acudían hundidos en el error y regresaban convertidos, dirigiéndose al padre espiritual para lo restante. Dado, pues, que el implicarse en alguna de las sectas y pseudoreligiones que han inundado también nuestro país, especialmente en los últimos años, así como el proceder a ritos, ceremonias de iniciación y otras acciones demoníacas, de las que otros los incitan a ser miembros, conlleva la negación consciente o inconsciente de la fe en la Trinidad de Dios, en Cristo, la Iglesia y el Bautismo, había preguntado al Anciano: "¿Qué debemos hacer con estas personas, cuando se arrepienten y quieren volver a la Iglesia?". "Celebrarás, dijo, el Oficio del que regresa a la Iglesia Ortodoxa. Los que regresan, se retractarán con libelo de repudio de la mala fe, reconocerán la fe de la Iglesia, proclamando el Símbolo ("Profesión") de la Fe, y entonces los uncirás con Santo Óleo".

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