jueves, 5 de diciembre de 2013

Unas palabras sobre la vida Monacal...‏



Los padres de San Pacomio eran paganos. 
 
Ricamente dotado por naturaleza, él recibió una educación muy buena en su juventud. En el año 312 él fue tomado al servicio del ejercito del Emperador Maximino, quien se levantó contra los Emperadores Constantino y Licinio. Entre esfuerzos y renunciamientos del camino, el joven soldado tenia la ocasión de conocer a los cristianos, y ver como por el mandamiento de Su Maestro se dirigían con amor y compasión hacia sus padecientes enemigos. Él comenzó a orar a Nuestro Señor Salvador antes de hacerse cristiano, y al volver de la guerra se bautizó, fue al desierto y comenzó a salvarse bajo la guía de un asceta, llamado Polemon. Después de 15 años de ascetismo espiritual secreto, el Señor lo inspiró para que reúna bajo una misma norma general a los ermitaños, que vivían por separado. En una isla del río Nilo (Tavena) él comenzó a organizar un monasterio. Al poco tiempo ese monasterio no podía albergar mas a las personas deseosas de salvarse bajo la dirección de San Pacomio, y él se vio obligado a fundar mas monasterios sobre la costa del río Nilo, no lejos uno del otro. Él estableció el primer convento de monjas, donde su hermana fue la primera abadesa (superiora). En sus monasterios él llevaba un reglamento obligatorio para todos. Este reglamento se basaba fundamentalmente en la: castidad, humildad, renunciamiento a todo lo mundano y una sumisión incondicional a su abad. Los monjes vivían de a tres. En cada celda, juntos comían y realizaban sus labores. Todos usaban la misma vestimenta (la interior de hilo, sin mangas, la exterior de cuero, en la cabeza un gorrito de tejido de crines, en los pies sandalias). Unas cuantas veces al día al sonido de un instrumento, los monjes en silencio eran llamados a la Iglesia. Aquí leían las Sagradas Escrituras, escuchaban las enseñanzas del superior, rezaban y cantaban Salmos. Los domingos venia un presbítero del pueblo vecino que oficiaba la Liturgia y daba la comunión a los monjes. San Pacomio no tomaba el sacerdocio ni tampoco permitía a otros, tomar esa dignidad, para que no caigan en orgullo o ámen el poder. Salían a trabajar todos en orden y en silencio junto a su superior. Nadie podía comenzar una nueva labor ni cambiarse de lugar sin la bendición del superior. El trabajo realizado por un hermano pertenecía a la comunidad, y no a él. Se alimentaban una sola vez al día — al mediodía, y su alimento se componía de pan, frutas y verduras. El domingo se podía cenar. Para que todas estas normas fuesen cumplidas por los monjes, sin cambios, San Pacomio determinó recibir a las personas deseosas de ingresar al monasterio, no antes de haberlos sometido a un año de prueba. Durante la vida de San Pacomio la organización monacal establecida por él, aumentó a siete mil monjes, y cien años después, a cincuenta mil personas. El monasticismo se propagó por muchos lados. En aquella época, cuando San Pacomio, estableció un monasterio en Tavena, uno de sus discípulos Amón, fundó una nueva comunidad para los monjes cerca de Alejandría, sobre el monte Nitria (este monte se denominó así por la gran cantidad de nitro, o salitre.). Al final del siglo 4, aquí se contaban, mas de 50 monasterios y hasta 5.000 monjes. Detrás del monte de Nitria estaba el desierto de Libia. Cuándo hubo estrechez sobre el monte de Nitria, Amón con la bendición de San Antonio, trasladó las celdas al desierto de Libia, a partir de ese momento ese desierto pasó a denominarse kelias (celdas). Más allá del monte de Nitria se encontraba distante el monasterio de Sckit (nombre del lugar, que significa valle largo y seco) en donde San Macario de Egipto fundó la vida monacal. Hacia allí no existía ningún sendero, para encontrar el camino se guiaban por las estrellas. Hilarion, uno de los discípulos de San Antonio trasladó, el monaquismo a su tierra natal, a Palestina (Tierra Santa), y en la cercanía de Gaza fundó un monasterio. De aquí el monasticismo se propagó por toda Siria y Palestina. San Basilio el Grande, terminada su instrucción y luego de recorrer Egipto y Palestina, difundió la vida monacal, en Capadocia (En Asia Menor, actualmente Turquía): tanto de mujeres como de hombres. Allí estableció un reglamento para los monjes que pronto se propagó por el oriente haciéndose universal. Uno de los ascetas del siglo 4 San Savva el Bendito, estableció un monasterio cerca de Jerusalén en la gruta del torrente del Cedrón, introdujo aquí el reglamento de oficios llamado “Tipicón,” el cual a través del tiempo fue completado y perfeccionado, siendo el cimiento actual de los oficios religiosos de la ortodoxia. El monastisismo oriental encontró un refugio especial en los montes Olímpo y Athos. En este último se encuentran aproximadamente: 20 monasterios cenobíticos, alrededor de 100 monasterios y celdas de ermitaños y cerca de 8.000 ascetas. Aquí se pueden observar distintos modos de vida monacal, desde los que se refugian solitariamente en grutas y celdas hasta los que viven en grandes comunidades (llamadas en ruso Lavra). Desde aquí el monasticismo se trasladó a Rusia. El modo de vida monacal, tanto ermitaña como en comunidad, fueron las que más se propagaron en Oriente. Pero existen otras formas de ascetismo como, el estilita que son monjes dedicados a la oración, sobre una columna, por ej. en el siglo 5 — San Simeón “el estilita,” en el siglo 7 —San Alepio “el estilita”; la de los “no durmientes”; y “la de los locos en Cristo”(ascetas que por Cristo se hacían pasar por locos, a fin de elevarse espiritualmente, doblegándose y soportando la humillación del trato, para no caer en el orgullo, consiguiendo así, un total desapasionamiento, como San Simeón “el loco en Cristo”

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